La calidad de las relaciones sociales, factor clave de nuestra felicidad



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María García, psicóloga de Blua de Sanitas, repasa los factores que inciden en nuestra felicidad y aporta algunas rutinas que podemos incorporar a nuestra vida para favorecerla

Aunque la felicidad ha despertado interés desde hace cientos de años, es ahora cuando gracias a los avances de la ciencia y los recursos tecnológicos se puede hablar de una “Ciencia de la felicidad”. Numerosos estudios valoran qué factores intervienen en ella.

“La felicidad se puede considerar más una actitud que un estado y en ese sentido, influyen en gran medida los factores personales tales como la valoración que hacemos sobre lo que nos pasa, experimentar los momentos positivos o agradables de forma consciente —una pauta muy relacionada con el mindfullness—, la gratitud que mostremos hacia lo que tenemos y experimentamos y las decisiones que tomemos”, afirma María García, psicóloga de Blua de Sanitas. “Y por supuesto, uno de los factores principales que intervienen en la felicidad de las personas es la calidad de sus relaciones. Aunque obviamente inciden también factores externos y materiales, lo hacen en menor medida y de forma temporal”, asegura García.

Aunque pueda ser poco realista establecer una ecuación exacta sobre cómo alcanzarla, a día de hoy se han identificado algunos factores comunes o universales que juegan un papel principal en la felicidad. “Muchos de ellos podemos favorecerlos en nuestra rutina diaria”, comparte María García.

Algunas recomendaciones son:

  • Hacer deporte, ya que genera endorfinas y favorece el bienestar y autocuidado.
  • Trabajar en nuestras relaciones sociales: que sean profundas, intentar quedar más en persona.
  • No tener la mente en otro lugar, estar presentes también emocionalmente, no solo físicamente.
  • Valorar de forma positiva lo que tenemos.
  • No centrarnos solo en conseguir cosas, eso solo nos dará felicidad a corto plazo. Centrarnos más el proceso que en la meta.
  • Aceptar nuestras emociones, todas, las positivas y las negativas, y aprender a convivir con ellas.

Y… ¡practicar! La felicidad es una actitud más que un estado; entender que puedo ser feliz pero esto no significa que tenga que estar alegre continuamente.

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