
El aumento de episodios de alertas meteorológicas por lluvias intensas en Valencia modifica la rutina escolar, con medidas de prevención y estrategias de acompañamiento educativo.
Valencia ha experimentado en los últimos años un aumento en la frecuencia e intensidad de episodios de lluvias torrenciales y alertas meteorológicas. Aunque no alcanzan la gravedad de la DANA de 2024, sí han supuesto un cambio en la organización de la vida escolar. Suspensiones puntuales de clases, cambios de horarios y la necesidad de conciliar con la vida laboral de las familias forman parte de un nuevo escenario que los centros educativos deben gestionar.
Desde el Departamento de Orientación de Cumbres School destacan que estos episodios “son imprevistos para el funcionamiento ordinario de los niños, pero no necesariamente tienen que suponer una afectación importante”. La clave, apuntan, es contar con protocolos claros que permitan mantener la máxima estabilidad posible en la vida académica y emocional de los alumnos.
Un plan escolar para días de alerta
Cuando se activa una alerta, el colegio comunica de inmediato a las familias la programación prevista. En Bachillerato y en 3º y 4º de ESO las clases continúan de forma online siguiendo el horario ordinario, aunque la asistencia obligatoria se centra en los cursos más avanzados. En 1º y 2º de ESO se envían tareas voluntarias, debido a que los alumnos no cuentan con dispositivos escolares propios, mientras que en Infantil y Primaria las familias reciben materiales de refuerzo por agenda digital o correo electrónico.
“El objetivo es reforzar aprendizajes, pero nunca avanzar de forma que los alumnos que no se puedan conectar a las sesiones se vean perjudicados”, señalan.
En caso de que la alerta llegue en mitad de la jornada escolar
Se activa un protocolo interno de recogida escalonada para garantizar la seguridad y la calma tanto de los alumnos, como de sus familias.
Los orientadores recuerdan que estas interrupciones también ponen a prueba la capacidad de adaptación de alumnos y familias. Los más pequeños pueden resentirse por la pérdida de rutina, mientras que en Bachillerato aparece la presión de completar el temario. “Todo imprevisto supone la necesidad de activar estrategias de afrontamiento”, subrayan desde el centro.
Por eso, tutores y orientadores mantienen contacto cercano con los alumnos y sus familias, ofreciendo acompañamiento cuando es necesario. Aun así, insisten en que la suspensión de clases debe entenderse como “una medida de prevención que ayuda a evitar accidentes, una acción positiva para cuidarnos”.
Claves para las familias
Desde el colegio recomiendan mantener horarios en casa, combinar tiempos de trabajo escolar con actividades variadas y escuchar a los hijos para validar sus emociones, aunque señalan que “es bueno que las recomendaciones no se vivan como una exigencia, sino como una ayuda para que los padres tengan recursos que ofrecer a sus hijos y mantener una estructura ordenada durante el día”,.
Orientación recuerda que estos episodios son también una oportunidad para educar en habilidades para la vida: “Esto supone hacer conscientes a los niños de la importancia de la expresión y gestión emocional, la capacidad de esfuerzo, la flexibilidad ante cambios de planes, la capacidad de buscar distintas soluciones ante un problema o reto, a manejar la frustración o a ser responsables y reconocer la importancia de cuidarnos y prevenir situaciones potencialmente perjudiciales”.
Mirar estos episodios con naturalidad
Estas suspensiones deben entenderse como una medida de prevención y protección, no como un motivo de alarma. El mensaje que lanzan a las familias es claro: “A los hijos hay que darles siempre información veraz, ajustada a su nivel de comprensión y razonamiento, evitando transmitir alarma ya que podría complicar su adaptación a la situación”.
Y concluyen, «La vida implica imprevistos, sufrimientos y retos más allá de los temas climáticos, por lo que puede ser visto como una oportunidad para potenciar en los hijos habilidades para la vida».