
Coface analiza plan de apoyo de la Comisión Europea a la industria vinícola frente a la caída del consumo y las dificultades de exportación en Europa. España, Francia e Italia concentran el 60 % de la producción mundial de vino en un contexto de menor consumo en el continente.
A principios de diciembre, la Comisión Europea aprobó un plan de apoyo a la industria vinícola, que se enfrenta a condiciones económicas desfavorables y a crecientes dificultades estructurales. Aunque sustancial, este plan solo aborda una parte del problema por el momento, pasando por alto el descenso del consumo europeo y las dificultades de exportación, tal y como se muestra en el último análisis sobre el sector realizado por Coface.
Mínimo histórico de 214 millones de hectolitros
Según los economistas de la compañía, la producción y el consumo mundiales de vino han caído casi un 10 % en diez años. Pero el descenso es mucho más pronunciado en Europa, donde el consumo ha caído un 25 % desde el año 2000. Francia ha perdido su condición de primer productor mundial en favor de Italia, y la demanda sigue cayendo en picado. En este contexto, Francia, España e Italia concentran el 60 % de la producción mundial de vino, un peso que contrasta con la debilidad de la demanda en el continente. Para el cierre de 2025, se prevé que el consumo mundial alcance un mínimo histórico de 214 millones de hectolitros.
El plan de apoyo europeo: una respuesta solo parcial
El plan de apoyo se basa principalmente en subvenciones para el arranque definitivo de viñedos. En Francia, se movilizarán 130 millones de euros para financiar el arranque a razón de 4.000 euros por hectárea. Esta medida, que también se aplica a Italia y España, tiene por objeto limitar la oferta ante la disminución de la demanda. Sin embargo, solo aborda una parte del desequilibrio estructural del sector.
“La industria vinícola europea está atravesando una crisis sin precedentes, marcada por un desequilibrio persistente entre la oferta y la demanda, las dificultades de exportación y la competencia en los vinos de gama básica. Las medidas actuales, aunque esenciales, no son suficientes para reinventar el sector de forma sostenible”, afirma SimonLacoume, economista del sector.
Dificultades crecientes en las exportaciones
Los vinos europeos se enfrentan a dificultades en los mercados internacionales. En China, el consumo de vino ha caído más de un 60 % desde la pandemia, mientras que en Estados Unidos las nuevas barreras arancelarias complican el acceso al mercado de los exportadores europeos. Estas dificultades en la exportación debilitan aún más un sector que ya se encuentra bajo presión.
El enfoque en el desarraigo oculta los problemas estructurales
El plan francés de desarraigo, que prevé la retirada del mercado de 1,5 millones de hectolitros (solo el 10 % del excedente de oferta estimado en 2025), no puede ser suficiente para corregir el actual desequilibrio entre la oferta y la demanda y se basa únicamente en la producción para mejorar las condiciones del sector, ignorando el reto que suponen la disminución de la demanda y los cambios en los hábitos de consumo.
Centrarse en el desarraigo oculta la necesidad de subir de gama y la gran disparidad entre los productores. Los vinos de gama baja, especialmente en el sureste de Francia, se enfrentan a una mayor competencia de los países no europeos y a una disminución de la demanda, lo que hace que esta solución no sea adecuada para garantizar la sostenibilidad a largo plazo del sector.