Las averías en la batería son los percances más habituales de los coches en invierno



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El motor, la calefacción y el líquido refrigerante son los otros principales protagonistas de las reparaciones de coches en estas fechas

Con la bajada de las temperaturas, los paros convocados en Renfe para la próxima semana y el incremento de los desplazamientos -fruto, entre otros, de los planes navideños-, el riesgo de tener un percance en la carretera durante estos días se dispara. Un punto que el comparador de seguros de coche Acierto.com ha analizado con más detalle y que revela cuáles son los accidentes más frecuentes, así como los partes más habituales al seguro en estas fechas.

Así, el incidente más común tiene que ver con la batería del vehículo, la protagonista de una de cada cinco reparaciones. Y es que es uno de los elementos del coche más vulnerables a los cambios de temperatura. Repararla ronda los 250 euros.

Tampoco se quedan atrás los fallos del motor y la calefacción, así como las asistencias relacionadas con el líquido refrigerante. Respecto a estos primeros, en algunas ocasiones y dependiendo del modelo, puede tener que ver con el tiempo que necesita el coche para que el motor, el aceite, el líquido de dirección y demás lleguen a determinada temperatura. En caso contrario, podría dañarse el motor por falta de lubricación. También puede ocurrir que el líquido refrigerante se encuentre en mal estado: cambiarlo a tiempo cuesta unos 70 euros pero, si no lo hacemos y se rompe la culata del motor, la reparación podría alcanzar los 3.000 euros.

En cuanto a los accidentes fruto de la meteorología no podemos dejar de hablar del viento, pues se estima que casi el 5% se atribuyen a él. Siete de cada diez, por otra parte, tienen lugar con lluvia, y hasta el 4% por niebla.

Afortunadamente es posible prevenir todos estos incidentes de la mano de una serie de consejos, como realizar la puesta a punto del vehículo adecuadamente. No solo debería revisarse el coche antes de emprender un viaje -algo que, por cierto, no hace uno de cada cuatro conductores-, sino tenerlo listo para el cambio de estación y la bajada de las temperaturas. Desde tener preparados los neumáticos de invierno o las cadenas hasta revisar que la calefacción -que no haya conductos obstruidos- y que las luces antiniebla funcionan bien, y comprobar que las escobillas no se han resecado fruto del calor del verano, entre otros.

Si hablamos de los neumáticos resulta básico observar la profundidad del diámetro de la banda de rodadura, que no debería estar por debajo de los tres milímetros, así como comprobar que la goma carece de cortes y deformaciones. Se puede optar por unos específicos de invierno, que reducen la distancia de frenado y favorecen el agarre. Especial atención merecen los amortiguadores, cuyo mantenimiento resulta todavía más importante en la estación más gélida del año ya que tenerlos en mal estado incrementa el riesgo de sufrir aquaplanning.

Hay que encargarse también del mantenimiento de las baterías, comprobando su carga antes del invierno o cambiándola si es necesario, especialmente si el coche tiene más de tres años. Es conveniente verificar el estado del alternador y comprobar que genera la suficiente energía para que la batería cumpla su periodo regular de vida -que ronda los cinco años-. Tampoco estará de más llevar un juego de pinzas que nos saque de un apuro.

En zonas de mucho frío es posible que el agua condensada en los frenos se congele, haciendo que estos crujan al arrancar el coche. Una buena idea es llevar una botellita con agua caliente al salir de casa para descongelar el parabrisas y los discos.

Además, hay que evitar el control de crucero cuando la carretera se encuentre húmeda o helada, incluso en carretera. Lo mejor es tener el máximo manejo del vehículo, en especial porque en estas condiciones otros conductores pueden frenar bruscamente, patinar, etcétera. Es aconsejable reducir la velocidad cuando las condiciones meteorológicas no acompañen y, especialmente, en los pasos a nivel y puentes, donde suelen crearse capas de hielo con mayor facilidad. Y, por supuesto, respetar la distancia de seguridad.

Otro de los consejos que ofrece Acierto.com es consultar las previsiones meteorológicas y las condiciones de las vías por las que se va a circular con antelación. Hacerse con una rasqueta para el hielo, una pequeña manta y algunos frutos secos no estará de más para prevenir.

Por supuesto hay que evitar conducir después de las comidas copiosas -la digestión puede causar somnolencia- y no beber si se va a coger el coche. De hecho, la DGT ya ha anunciado su nueva campaña de seguridad vial en la que impondrá medidas más estrictas de control de drogas y alcohol. Se estima que realizará unos 20.000 controles de este tipo diarios durante estas fechas. El 42% de los españoles afirma haber conducido alguna vez tras haber consumido alcohol.

Otro punto fundamental será revisar las condiciones del seguro del coche, sobre todo porque la asistencia en viaje de la póliza puede contar con ciertas limitaciones. Uno debe cerciorarse de que se trata de una asistencia rápida y que se realiza siempre desde el kilómetro cero (distancia que se mide desde el domicilio). Esto es así porque son muchas las compañías que imponen una distancia mínima.

Otras, no obstante, carecen de estas restricciones e incluso, ofrecen la opción de llevar al cliente a su destino si su coche se queda varado a medio camino o le brindan un automóvil de sustitución. En todo caso, cabe comentar que la mayoría de seguros básicos incluyen prestaciones para el coche, mientras que los más completos cuentan con atención a los pasajeros.

Más allá de las recomendaciones comentadas, existen otra serie de mitos relacionados con la conducción invernal. Uno es que deben usarse las marchas en lugar del freno cuando se conduce con nieve o hielo. Sin embargo, lo más conveniente es emplear los sistemas de frenado con suavidad.

Girar el volante en la dirección en la que se derrapa es otra creencia popular -conviene hacer todo lo contrario, con el objetivo de mantener el control del vehículo-. También se dice que hay que pisar el acelerador a fondo con el coche parado -pero esto puede compactar la nieve o el hielo de las ruedas, con los consiguientes peligros que eso implica- o que es seguro emprender la marcha mientras no hay nieve sobre el parabrisas -sin embargo, no deberíamos olvidar la del capó, el techo y las ventanillas, igualmente importantes-.

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