
Agroseguro ha abonado hoy 5,5 millones de euros a viticultores castellanomanchegos con daños superiores al 80% en sus viñedos en la última campaña. Adelanta así el pago de siniestros en varias semanas respecto de la vendimia.
De esta forma, la agrupación vuelve a cumplir con su compromiso de facilitar que los agricultores afectados puedan realizar todas las labores que consideren más adecuadas para su explotación de cara a la cosecha de la próxima campaña.
El año 2025 está resultando de una inusitada intensidad tormentosa a nivel nacional
Hasta el punto de que, superando, hasta el 31 de julio, las 933.000 hectáreas declaradas con daños por pedrisco, se ha convertido ya en el año de mayor superficie afectada por este riesgo de la última década.
El caso de Castilla-La Mancha
La superficie afectada por las tormentas supera, a cierre de julio, las 204.100 hectáreas, casi un 16% más que las alcanzadas en 2021, que hasta ahora era el año con mayor área dañada por los pedriscos.
Desde el comienzo de la primavera, las tormentas han sido constantes, aunque destacan cuatro de ellas (las ocurridas el 4 de mayo, el 3 de junio, el 11 de junio y entre el 13 y el 16 de junio), en las que se superaron las 25.000 hectáreas afectadas por cada uno de estos fenómenos. En total, se estima que las indemnizaciones por los daños causados por la actividad tormentosa del año en esta comunidad superarán los 61 millones de euros. La uva de vinificación es, junto con los cultivos herbáceos, la producción más afectada por las tormentas, con una indemnización estimada de 22,5 millones de euros y una superficie dañada cercana a las 42.700 hectáreas.
Como se demuestra año tras año, Agroseguro cumple el compromiso de evaluar los siniestros con la mayor celeridad. Los peritos colaboradores de Agroseguro han trabajado a pleno rendimiento, y se ha llegado a contar con más de 70 profesionales tasadores en Castilla-La Mancha evaluando daños de manera simultánea.
El seguro agrario cuenta con una muy buena aceptación en el campo de Castilla-La Mancha, con una implantación muy considerable en las principales producciones. En el caso de la uva de vino, se sitúa alrededor del 50%.