Allianz Global Corporate & Specialty (AGCS) ha publicado un nuevo informe titulado “Medición y gestión de la exposición ambiental: análisis del sector empresarial sobre el riesgo del capital natural”, cuyos resultados advierten que los recursos naturales vitales para las empresas están actualmente en alto riesgo.
No gestionar los recursos naturales —capital natural— tiene consecuencias que van más allá de sus efectos directos sobre el medio ambiente. Su escasez, las medidas reguladoras y la presión social pueden generar en las empresas nuevos supuestos de interrupción del negocio y reclamación de responsabilidad que perjudican las ganancias y afectan a los modelos comerciales.
Según el análisis llevado a cabo por Allianz, los sectores del petróleo y el gas, la minería, la alimentación y bebidas y el transporte son los más expuestos al riesgo de capital natural. “Las empresas de todo el mundo deben enfrentarse cada vez más a las implicaciones negativas del agotamiento del capital natural”, afirma Chris Bonnet, director de Cuestiones Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ESG) Servicios Empresariales de AGCS.
“El uso sostenible de los recursos naturales tiene una importancia crucial para el éxito futuro de la mayoría de las empresas. Sin embargo, aunque la conciencia de las empresas acerca de su huella en el capital natural es cada vez mayor, muchas siguen necesitando entender mejor las amenazas concretas que pueden afectar a su sector y a la empresa en particular, así como las opciones que existen para mitigarlas” asegura Bonnet.
Análisis del riesgo de capital natural por sector industrial
AGCS analiza los datos del proveedor de investigación Msci Esg Research en más de 2.500 empresas con el fin de evaluar la exposición al riesgo de capital natural en doce sectores. Los sectores del petróleo y el gas, la minería, los alimentos y bebidas y el transporte ocupan los primeros puestos en cuanto a exposición al riesgo, basándose en cinco factores: biodiversidad, gases de efecto invernadero (GEI) y emisiones no GEI, agua y residuos. Todos están en la “zona de peligro”, es decir, que los riesgos de capital natural que afrontan las empresas son mayores que las opciones de mitigación empleadas actualmente.
Las empresas de los sectores del petróleo y el gas y la minería tienen un alto nivel de exposición al riesgo de capital natural debido a la naturaleza de su negocio. Por ejemplo, en el sector minero, más del 90% de la producción mundial de mineral de hierro proviene de zonas que tienen un alto riesgo de estrés hídrico e impacto sobre la biodiversidad. El sector del transporte también se encuentra en la «zona de peligro» debido a su impacto sobre la biodiversidad y a las emisiones de GEI y no GEI. Las emisiones de dióxido de carbono relacionadas con el transporte han aumentado un 250% desde 1970 y ahora representan el 23% de todas las emisiones mundiales. Por lo tanto, hay razones para que el sector tome medidas adicionales, como el control de emisiones o medidas para mitigar y reducir el impacto sobre la flora y la fauna, según el informe.
El sector de los alimentos y bebidas también se sitúa en la “zona de peligro” debido a su elevada dependencia del capital natural en las cadenas de suministro. A pesar del riesgo significativo de interrupción del suministro como resultado del estrés hídrico, solo el 20% de las compañías de productos alimenticios del MSCI All Country World Index ha comenzado a abordar esta cuestión en las cadenas de suministro agrícola. Además, la flora y la fauna a menudo resultan dañadas por el uso excesivo de pesticidas, lo que reduce la fertilidad y aumenta la vulnerabilidad a los fenómenos meteorológicos, hecho que provoca la pérdida de cosechas para los proveedores de empresas de alimentos.
Siete sectores industriales (construcción, servicios públicos, textil y confección, productos químicos, fabricación, farmacia y automoción) se encuentran en la “zona media”, lo que significa que sus niveles de riesgo y mitigación están más o menos equilibrados. El sector de las telecomunicaciones es el único sector que se clasifica en la zona de “refugio seguro”, lo que significa que no tiene un alto nivel de exposición al riesgo. Asimismo, existen enormes oportunidades para que las empresas de telecomunicaciones cubran el riesgo de capital natural en otros sectores. Las soluciones de comunicación y gestión digitales pueden permitir un uso más eficiente de los recursos.
“Los sectores con una dependencia directa de capital natural proporcionan a menudo los recursos necesarios para los sectores manufactureros, entre otros, por lo que obviamente es más difícil para las empresas que operan en ellos mitigar sus riesgos de capital natural. Sin embargo, podrían aplicarse de manera más enérgica soluciones de riesgo innovadoras para reducir el estrés causado al medio ambiente”, afirma Bonnet.
El análisis sectorial otorga una indicación clara de la exposición general al riesgo de capital natural de cada sector presentado, en lugar de hablar de empresas concretas. La razón es que existen diferencias significativas en la forma en que las empresas de cada sector abordan y mitigan el riesgo de capital natural. Por ejemplo, en el sector de los servicios públicos, los niveles de exposición al riesgo y gestión con respecto a las emisiones de GEI y no GEI pueden variar desde empresas de baja emisión que gestionan bien el impacto hasta emisores pesados con una gestión deficiente de las emisiones. Es importante reconocer que existen empresas con conciencia de riesgo de capital natural que operan en sectores clasificados en la “zona de peligro”.
Las tres fases del riesgo de capital natural
Los riesgos del capital natural no suelen aparecer de forma repentina, sino que pasan por tres fases. En la primera, crece la conciencia del riesgo. En la segunda, el riesgo de capital natural comenzará a afectar potencialmente a empresas concretas en las cadenas de suministro o a sus propias operaciones en virtud de cambios normativos o la presión social. En la última fase, el riesgo no mitigado se materializa y da lugar a daños como costes de responsabilidad civil, mayores gastos de producción o interrupción del negocio, lo que en última instancia afecta a los resultados financieros de la organización.
“La pregunta clave es cómo se pueden mitigar los riesgos con suficiente antelación, tanto desde el punto de vista operativo técnico como en relación con la gestión global del riesgo empresarial (ERM, por sus siglas en inglés)”, explica Bonnet. “La escasez local de agua, por ejemplo, puede abordarse mediante la recogida de agua de lluvia en la gestión diaria o, a una escala más estratégica, al decidir no ampliar una planta existente debido al riesgo de escasez de agua”.
Gestionar el riesgo de capital natural
Un número significativo de empresas ha comenzado a abordar el riesgo de capital natural en su ERM. Tener en cuenta los costes de capital natural en la toma de decisiones empresariales también puede ayudar a las empresas a anticipar posibles amenazas. Por ejemplo, al abrir una nueva fábrica se deben considerar factores como la disponibilidad futura de agua y el régimen de emisiones emergente.
Sin embargo, equilibrar la gestión de riesgos centrada en el momento presente con la gestión de riesgos emergentes supone un reto. Los riesgos futuros y no financieros pueden pasarse por alto fácilmente cuando las empresas se centran en objetivos a corto plazo. Puede ser difícil medir, cuantificar y monetizar estos riesgos. Sin embargo, en el futuro se espera que las empresas tengan que revelar activamente su exposición al riesgo de capital natural a los organismos gubernamentales y a los inversores, a medida que evolucionan las normas.
“Como las amenazas al medio ambiente surgen de ámbitos diversos y numerosos afectarán a la actividad empresarial en el futuro», afirma Bonnet. «Las empresas necesitan comprender, cuantificar e incluso monetizar su dependencia del capital natural y los impactos que tienen sus operaciones en él para garantizar que sus organizaciones sean flexibles y resistentes de cara al futuro”.