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El diagnóstico temprano de enfermedades y mejores políticas de salud pública pueden mejorar la esperanza de vida futura, según el último informe sigma de Swiss Re Institute. La esperanza de vida ha venido mejorando constantemente a nivel internacional desde hace más de un siglo. Sin embargo, en los últimos años hay indicios de que la tasa de mejora de la mortalidad ha desacelerado en varios países avanzados.
Estadísticamente, es difícil determinar si la reciente desaceleración es un problema pasajero a corto plazo o si se trata de una cuestión más permanente. El último informe sigma de Swiss Re Institute, “Mejora de la mortalidad: comprender el pasado y anticipar el futuro”, sugiere que las futuras ganancias en salud y longevidad dependerán del éxito de políticas de salud pública. Para los gobiernos y las instituciones financieras privadas expuestas a riesgos de longevidad, los cambios en la tendencia de mortalidad subyacente son cruciales, ya que este riesgo no puede diversificarse o cubrirse totalmente.
Desde 1990, las tasas de mortalidad —el número de muertes en una población estandarizada en un periodo concreto— han ido descendiendo con relativa rapidez en los países desarrollados, a un ritmo aproximado del 1-2% anual. Esto refleja la mejora de las condiciones de vida, los avances en medicina y las innovaciones de la tecnología sanitaria.
Sin embargo, desde 2011, las tasas de mortalidad estandarizadas por edad en EEUU, Reino Unido y Alemania, aunque todavía experimentan un descenso, lo hacen a menor ritmo que en décadas anteriores. La reciente experiencia de mortalidad en EEUU se ha visto afectada por el aumento de las muertes causadas por sobredosis de opiáceos. Desde una perspectiva estadística es difícil concluir si la desaceleración representa un cambio estructural o si simplemente refleja volatilidad anual típica en tasas de mortalidad.
Cuanto más tiempo persista, más probable será que la tendencia subyacente haya cambiado. Pero por ahora es demasiado pronto para saberlo, señalan los expertos de Swiss Re.
Causas de la desaceleración de las mejoras de la mortalidad
Las estadísticas de causas de muerte indican que es posible que parte de la reciente desaceleración en la mejora de la mortalidad sea reflejo de la falta de avances en el tratamiento de dolencias importantes como las enfermedades cardiovasculares. El empeoramiento de las tendencias en las enfermedades relacionadas con el aparato circulatorio ha tenido una influencia decisiva sobre la desaceleración. En la medida en que estas pueden vincularse a factores conductuales, las opciones de estilo de vida en cuanto a dieta y ejercicio físico en lugar del consumo de tabaco y de alcohol, son las explicaciones más obvias.
Importancia de la fijación de objetivos en la gestión de la mortalidad
“Las diferencias de mortalidad entre subgrupos sanos y la población general proporcionan una lente a través de la cual cuantificar potenciales ganancias de mortalidad, aún sin explotar”, afirma Daniel Ryan, jefe de investigación de riesgos de seguro de Swiss Re Institute.
Cuando se define un subgrupo (es decir, población objetivo), quizás en términos de dieta o presión arterial, pueden dirigirse políticas destinadas a cerrar la brecha de experiencia de mortalidad entre la población general y el grupo objetivo.
La investigación realizada sobre una base de datos de pacientes anónimos de Reino Unido indica que si la mortalidad actual entre un grupo sano objetivo sin diagnóstico de 30 enfermedades importantes pudiera ser trasladada al conjunto de la población (y esto se realizara en 20 o 30 años), la tasa de mejora de la mortalidad podría volver a ser, en líneas generales, la observada a lo largo de las últimas cuatro décadas.
Algunas características saludables pueden ser más fáciles de reproducir que otras; sin embargo, ciertos rasgos conductuales y enfermedades pueden ser, simplemente, difíciles de tratar. Si cerramos la brecha de mortalidad para la mayoría de estas condiciones, podríamos continuar viendo repuntes en la mejora de la mortalidad por encima de las tasas actuales, pero las diferencias con el grupo objetivo deberían reducirse más rápidamente.
Cómo puede la tecnología mejorar la longevidad
El estudio sigma también recalca que el futuro de la atención sanitaria debe centrarse en identificar los primeros indicios y síntomas de una enfermedad e intentar prevenir la progresión de la misma y la mala salud general. Las herramientas de salud digital, como la telemedicina y los dispositivos usables, pueden desempeñar un papel importante en la mejora de la mortalidad futura. Estas tecnologías no solo mejoran el acceso a la atención, sino que también animan a los mercados sanitarios a competir por opciones más asequibles, eficaces y precisas. Un desafío clave es cómo alentar a los consumidores para que adopten nuevas tecnologías de modo continuo y cambien sus conductas no saludables.
Repercusiones para aseguradoras y planes de pensiones
Para los gobiernos y las instituciones financieras privadas que asumen riesgo de longevidad en nombre de personas, los cambios en la tendencia de mortalidad subyacente son cruciales, ya que este riesgo no puede diversificarse fácilmente.
“Podemos estar entrando en un nuevo periodo donde no veamos mejoras en la esperanza de vida. Los responsables de decisiones en el seguro deberán estar alerta al papel que jugará la incertidumbre en los próximos años en lo que respecta a la fijación de precios, decisiones de reservas y pólizas”, comenta Paul Murray, director de fijación de precios, Centro de Productos de Vida y Salud de Swiss Re.
Tanto las aseguradoras como los planes de pensiones deben considerar lo diferente que podría ser el futuro y formarse una opinión sobre la probabilidad de que el éxito y la disponibilidad de intervenciones sanitarias públicas y privadas influyan en la conducta y prevengan enfermedades y muertes. Este es especialmente el caso dado que la desaceleración registrada en la mejora de la mortalidad del conjunto de la población todavía tiene que reflejarse en la gente de clases socioeconómicas más elevadas, que normalmente constituyen el grueso de los asegurados.
Una fijación de precios demasiado conservadora para cubrir la diversidad de resultados de la futura mortalidad hará que productos como las rentas vitalicias y los seguros de vida resulten innecesariamente caros. Al mismo tiempo, el ajuste prematuro de hipótesis sobre tendencias de mortalidad subyacentes pondrá a prueba inevitablemente los balances de las aseguradoras una vez los pasivos se recalculen a la larga para reflejar realidades de esperanza de vida revisadas.