
Los seguros de incapacidad laboral temporal ofrecen a los autónomos una renta diaria ante una baja médica, frente a una prestación pública limitada. La mayoría de los autónomos cotiza por la base mínima y recibe menos de 560 euros al mes de prestación durante una baja laboral.
En España, más de 3,3 millones de trabajadores por cuenta propia sostienen su economía y la de sus familias con su esfuerzo diario, pero también con una vulnerabilidad clara. Dependen únicamente de su capacidad de trabajar para generar ingresos. Si paran, el dinero deja de entrar, aunque los gastos sigan llegando.
La prestación pública por incapacidad temporal apenas ofrece alivio
La mayoría de los autónomos cotiza por la base mínima, lo que supone una cobertura inferior a 560 euros mensuales. Una cifra que rara vez alcanza para cubrir la cuota de autónomos, el alquiler del local, los suministros o la hipoteca. La paradoja es evidente: aunque la Seguridad Social reconozca la baja, las facturas no entienden de pausas.
Los seguros de Incapacidad Laboral Temporal (ILT) surgen como un salvavidas
Estas pólizas garantizan una renta diaria durante el tiempo que dure la baja médica, ya sea por accidente, enfermedad o situaciones personales o sociales, y aportan liquidez para mantener la actividad y la estabilidad económica. “Un autónomo no cuenta con el colchón que puede tener un asalariado. Si deja de trabajar, deja de ingresar y los gastos no se detienen”, explica Manuel Alonso, director comercial de OVB España. “Por eso, un seguro de ILT no es un lujo, es una protección básica que evita que un problema de salud se convierta en un problema financiero”.
El funcionamiento es sencillo
Si cuenta con un seguro sin baremo, el asegurado recibe una indemnización diaria pactada en el contrato, que puede rondar los 50, 80 o 100 euros al día, siempre que esté justificada médicamente. Si es un seguro con baremos, en la documentación adjunta queda prefijada cuántos días de indemnización corresponden según el motivo de la baja. La clave está en dimensionar bien esa cifra. “Debe cubrir las obligaciones mínimas —cuota de autónomos, alquiler, suministros—, pero sin sobredimensionar, porque eso encarece la prima”, añade Alonso. Una cobertura calibrada permite transformar un golpe potencialmente letal en un bache asumible.
La contratación de estos seguros sigue siendo baja
Menos del 20% de los autónomos cuenta con una póliza de ILT. El motivo, según los expertos, es cultural. Muchos creen que “no les va a pasar” o confunden estas pólizas con otros productos. Sin embargo, la estadística contradice esa percepción: la probabilidad de sufrir una baja temporal es mucho mayor que la de enfrentar una invalidez permanente o un fallecimiento prematuro. “Se planifica para lo improbable y se descuida lo probable”, resume Alonso.
Además de la renta diaria, algunas pólizas incorporan coberturas adicionales, como indemnización por hospitalización o acceso a segundas opiniones médicas. Y hay un
Incentivo añadido
Las primas pueden deducirse en el IRPF como gasto afecto a la actividad, hasta un máximo de 500 euros anuales. Una ventaja fiscal que convierte este producto en una herramienta doble: protección y optimización tributaria.
La póliza no debe firmarse y olvidarse
Las necesidades cambian con el tiempo, y la cobertura debe ajustarse a cada etapa profesional. “No es lo mismo un autónomo que empieza en un coworking con pocos gastos que otro que ya gestiona un negocio consolidado con nóminas y proveedores”, apunta Alonso. Por eso, revisar la póliza al menos una vez al año resulta esencial para mantenerla útil y ajustada a la realidad.
Falta de cultura financiera
Muchos autónomos confían en que el sistema público bastará, cuando los números muestran lo contrario. Para Alonso, el cambio pasa por asumir una idea sencilla: “La educación financiera es el primer paso. Entender que proteger los ingresos no es un gasto, sino la inversión más sensata que puede hacer un autónomo para asegurar su futuro”.
Los seguros de baja laboral no son un producto accesorio, sino una red de seguridad en un mercado laboral sin red. En un país donde millones de profesionales sostienen su economía únicamente con su trabajo, contar con un respaldo que garantice liquidez ante una incapacidad temporal puede ser la diferencia entre superar el bache o quedarse en el camino.