Según el informe “Salud en la vida adulta y su relación con el envejecimiento saludable: Tendencias actuales, oportunidades y retos futuros en España”, presentado por Fundación Mapfre, España es uno de los países europeos con el porcentaje más bajo de personas de 50 años o más que valoran muy positivamente su estado de estado de salud, o lo que es lo mismo, los españoles mayores de 50 años se sitúan entre el grupo de ciudadanos europeos que tienen una percepción más negativa sobre su salud.
Por lo general los hombres valoran más positivamente su salud, tendencia común al resto de Europa, tendencia que se intensifica en los países mediterráneos. Por el contrario, esta percepción, que se sitúa por debajo de la media europea, es muy negativa en el caso de las mujeres con edades avanzadas y en aquellas personas que son cuidadoras y tienen algún familiar a su cargo.
Además, en nuestro país se encuentran porcentajes más altos de población con más de una enfermedad crónica, con un elevado consumo de medicamentos y con mayor porcentaje de personas con autopercepción de limitaciones físicas o cognitivas que en el resto de Europa.
El informe, elaborado por el grupo de investigación de la Universidad Nacional de Educación a Distancia formado por Rosa Gómez-Redondo, Celia Fernández-Carro, Noelia Cámara-Izquierdo y Aina Faus-Bartomeu, tiene como objetivo determinar el estado de salud percibido de los mayores de 50 años en España y examinar los factores que condicionan este estado. El estudio se basa en el estado de salud autopercibido. Este concepto ha dado lugar investigaciones en todo el mundo que han demostrado empíricamente que es un excelente indicador que refleja el nivel general de salud de una persona, tal y como destaca Rosa Gómez-Redondo.
El estudio
Esta investigación, que parte de los datos aportados por la Survey of Health Ageing and Retirement in Europe y de la Encuesta Nacional de Salud, se ha realizado a través de tres ejes complementarios. El primero de ellos, es una comparativa internacional en la que destacan los países escandinavos y occidentales del continente (Suecia, Países Bajos o Dinamarca), donde la proporción de mayores de 50 años que declaran tener un buen estado de salud es significativamente mayor que la de los países del sur y el este europeo.
Por contra, Estonia e Italia son los países con una mayor proporción de mayores de 50 años que declaran un mal estado de salud. La población femenina de España se encuentra cercana a los niveles de estos últimos países.
El segundo eje del estudio muestra la realidad española y distingue diversos grupos de población, según los roles que ocupan los mayores de 50 años dentro de la dinámica del cuidado, personas dependientes, cuidadores y no cuidadores. Aquí destaca el dato de que las personas cuidadoras perciben peor su estado de salud que las no cuidadoras, especialmente las mujeres, ya que ellas suelen asumir las tareas de apoyo informal más exigentes, de mayor duración y tiempo, como el aseo y cuidado personal de las personas dependientes, lo cual incide negativamente en su bienestar y la percepción de su salud.
Este análisis también refleja que hábitos de vida poco saludables como la escasa práctica de actividad física y el elevado consumo de alcohol y tabaco acrecientan las diferencias en salud respecto a otras poblaciones europeas,en las personas que en España tienen a su cargo cuidados a dependientes.
El último eje del estudio establece los elementos que pronostican el estado de salud autopercibido. La percepción de buena salud por debajo de la media europea, entre la población mayor de 50 años en España, se debe en gran medida a la peor evaluación que hacen las mujeres de sus condiciones físicas, cognitivas y emocionales comparadas con los varones.
A su vez, ambos sexos ofrecen peores valoraciones a medida que la edad aumenta por efecto del envejecimiento biológico. Así, mujeres y personas en edades avanzadas concentran los efectos negativos del padecimiento de enfermedades crónicas y de la percepción de limitación de actividad sobre la evaluación de su estado de salud.
Retos de futuro
El estudio se enmarca en las sociedades europeas envejecidas y plantea un doble desafío como consecuencia del creciente aumento de la longevidad. Para Rosa Gómez el desafío está en poder disfrutar esa vida con salud, en especial al llegar a la edad adulta, a partir de los 50 años, así como reducir la paradoja demográfica, donde las mujeres son más longevas pero presentan una peor salud en la vejez. Esta paradoja está presente en todos los países.
El informe muestra la necesidad de la puesta en marcha de políticas sociales que permitan tanto la consolidación de redes de apoyo como la conciliación de las obligaciones familiares de cuidado con las laborales en las sociedades envejecidas y familiaristas, sin merma para la salud de la población. Una necesidad de cara al futuro debido a los importantes cambios socio-demográficos que se están viendo como la baja tasa de natalidad o las previsiones del incremento de la población mayor de 65 años.
Detectado el impacto que el cuidado tiene para la salud de los cuidadores en España, a través de la suma de factores emocionales y el desarrollo de hábitos poco saludables que se añaden a los factores meramente físicos, ligados al avance de la edad, sería pertinente poner en marcha programas de prevención ante situaciones de riesgo, que podrían incrementarse en las próximas décadas en las sociedades del sur de Europa dada la evolución de su estructura demográfica y sus transformaciones sociales en curso.