MAPFRE ha anunciado su incorporación como nuevo socio propietario de Blue Marble, la insurtech de impacto social que desarrolla soluciones innovadoras de seguros paramétricos para comunidades vulnerables al cambio climático. Con esta inversión, la aseguradora española se convierte en el sexto miembro del consorcio global, que celebra este año su décimo aniversario junto a Aspen, Grupo ASSA, Marsh McLennan, TransRe y Zurich Insurance Group.
Fundada en 2015, Blue Marble ha centrado su labor en diseñar y escalar productos aseguradores inclusivos que protegen los medios de vida de pequeños agricultores, trabajadores y pymes en mercados emergentes. Su plataforma tecnológica patentada facilita la innovación y la rápida extensión de coberturas en colaboración con aseguradoras locales, agencias de desarrollo y entidades del sector privado. Hasta la fecha, la compañía ha implementado programas en 16 países, con un impacto positivo en cientos de miles de personas en África, Asia y Latinoamérica.
Qué aporta MAPFRE a Blue Marble
«La incorporación de MAPFRE al consorcio refuerza tanto nuestra experiencia como nuestro alcance y sienta las bases para una nueva década de impacto e innovación», señaló Penny Seach, presidenta del consejo de administración de Blue Marble.
Por parte de MAPFRE, Miguel Rosa, CEO de MAPFRE RE y representante en el consejo de la insurtech, destacó que esta alianza es una extensión natural del compromiso de la compañía con la resiliencia climática:
«Al combinar nuestros conocimientos técnicos y nuestra presencia global con el enfoque colaborativo del consorcio, podemos ampliar las soluciones innovadoras allí donde más se necesitan».
En palabras de Jaime de Piniés, director general de Blue Marble, la entrada de MAPFRE marca «un hito en nuestro décimo aniversario» y demuestra que «la resiliencia climática se ha convertido en una prioridad estratégica para el sector asegurador».
Con esta incorporación, MAPFRE refuerza su estrategia global de sostenibilidad y se suma a un proyecto que busca demostrar que impacto social y viabilidad comercial pueden ir de la mano, cerrando brechas de protección en las comunidades más expuestas a los riesgos del cambio climático.