
El calor extremo se ha convertido en la amenaza natural más letal del planeta, superando en número de muertes anuales a las provocadas por inundaciones, terremotos y huracanes combinados, según revela el último informe SONAR 2025 de la reaseguradora suiza Swiss Re. La investigación estima que hasta medio millón de personas mueren cada año a causa de las olas de calor, un fenómeno que no solo afecta a la salud humana, sino que también pone en jaque sectores estratégicos como la agricultura, las telecomunicaciones, la energía y la infraestructura.
“Durante años, el calor extremo fue considerado un ‘riesgo invisible’ porque sus efectos no eran tan visibles como los de otros desastres naturales”, explica Jérôme Haegeli, economista jefe de Swiss Re. “Pero la tendencia a olas de calor más largas, frecuentes e intensas obliga a visibilizar su verdadero coste para la vida humana, la economía y los sistemas esenciales”.
Un riesgo creciente y multifacético
El informe subraya que las olas de calor se están volviendo más severas y prolongadas. De hecho, julio de 2024 registró los tres días más calurosos de la historia global. En Estados Unidos, las olas de calor son hoy tres veces más frecuentes que en los años 60, con temperaturas casi un grado más altas y una duración promedio un día mayor.
Las consecuencias sanitarias son alarmantes: la exposición prolongada al calor puede provocar agotamiento, golpes de calor, fallos orgánicos y agravar enfermedades cardiovasculares o respiratorias. Personas mayores y mujeres embarazadas son especialmente vulnerables. A esto se suman efectos colaterales como el aumento del riesgo de incendios forestales —que generaron pérdidas aseguradas globales de 78.500 millones de dólares entre 2015 y 2024—, el colapso de infraestructuras críticas o el deterioro de cultivos.
Nuevos frentes para el sector asegurador
La industria aseguradora ya está registrando un aumento en los litigios relacionados con daños por calor extremo. El informe recuerda que en 2021, un demandante en EE. UU. reclamó 52.000 millones de dólares a compañías petroleras por pérdidas vinculadas al cambio climático. Este tipo de demandas se prevé que aumenten, elevando los costes por responsabilidad civil.
El SONAR 2025 también identifica riesgos derivados, como la proliferación de hongos tóxicos favorecidos por temperaturas elevadas, mayores reclamaciones por incapacidad laboral por calor y fallos en centros de datos por sistemas de refrigeración insuficientes. La telecomunicación es otro sector especialmente expuesto, con riesgos de interrupción por daños a cables terrestres o fallos térmicos en redes.
Inteligencia artificial y pérdida de confianza: riesgos estructurales al alza
Además del foco en el calor extremo, el informe explora riesgos estructurales emergentes, como el creciente desgaste de la confianza pública en las instituciones, la evolución de la mortalidad o el aumento de incidentes vinculados a inteligencia artificial (IA).
Entre 2023 y 2024, los incidentes relacionados con IA aumentaron más de un 60%, siendo un tercio de ellos causados por fallos del sistema. Este fenómeno plantea un nuevo desafío para el sector asegurador, que se encuentra aún en las primeras fases del desarrollo de productos específicos para cubrir estos riesgos tecnológicos.
Según Patrick Raaflaub, director global de riesgos de Swiss Re, “en un entorno de riesgos cada vez más interconectado, los aseguradores deben ampliar constantemente su horizonte. La creciente amenaza del calor extremo, los litigios emergentes y la evolución de los riesgos asociados a la IA confirman que no basta con abordar problemas individuales: debemos entender cómo los grandes macrofactores están redefiniendo el panorama del riesgo global”.
Adaptar la gestión del riesgo al calor extremo
Con este informe, Swiss Re insiste en la necesidad de adaptar la gestión del riesgo a nuevas realidades complejas y cambiantes, y de desarrollar soluciones aseguradoras más dinámicas, transversales y resilientes ante fenómenos que ya no pueden considerarse excepcionales. El calor extremo, antes invisible, se consolida como una de las mayores amenazas del siglo XXI.