El seguro de vida con cobertura de fallecimiento que se suscribe al contratar una hipoteca cumple una misión de protección del patrimonio de gran importancia para aquellas personas que ven cómo muere un familiar cercano (habitualmente, alguno de los padres o el cónyuge). Estas pólizas saldan la deuda pendiente con el banco y, de esta forma, evitan que el hogar sufra estrecheces económicas al haber perdido los ingresos que generaba el fallecido y que permitían atender al pago del préstamo, explica Unespa.
La patronal que preside Pilar González de Frutos estima que cada año perecen unas 2.400 personas que tenían contratado un seguro de vida para responder al pago de su hipoteca. O dicho de forma más simple, cada día el seguro evita que siete familias pasen serios apuros económicos.
El monto del capital asegurado se estima en unos 281.000 millones de euros. Esto supone que un 37% de las deudas adquiridas con garantía hipotecaria están protegidas por el seguro puesto que el saldo hipotecario vivo ascendía a 764.072 millones a cierre de 2013, de acuerdo con cifras públicas de la Asociación Hipotecaria Española.
La actuación de estas pólizas de vida se encuentra estrechamente ligada a la vigencia del préstamo. La cohorte donde se dan más casos de fallecimientos son las personas con una edad comprendida entre los 50 y los 59 años, seguida por aquellas de entre 40 y 49 años. Entre las personas de mayor edad se dan muy pocos siniestros porque habitualmente mueren cuando ya han terminado de pagar su casa y, consecuentemente, el seguro ha dejado de estar en vigor.
Las familias jóvenes son, sin embargo, las que más se benefician de este seguro puesto que suelen ser las que tienen importes pendientes de devolución más elevados. El coste medio de un siniestro de vida para una persona de entre 20 y 29 años es de 63.733 euros, mientras que los que se encuentran en la treintena dejan deudas pendientes por 60.441 euros de media.
Otro hecho destacable es que tres cuartas partes de los siniestros se producen entre personas que llevaban ocho años o menos aseguradas. Es decir, eran gente que todavía tenía importes relevantes pendientes de devolución.
Madrid es la región donde los capitales asegurados suelen ser más altos de media. No obstante, los lugares donde hay propiedades hipotecadas con coberturas más altas son Castilla y León, Andalucía y Extremadura. Esto se debe, probablemente, a la existencia de fincas de gran extensión dedicadas a la explotación agropecuaria o cinegética.