
En verano, muchas personas practican deporte al aire libre. Sin embargo, el calor exige tomar las precauciones adecuadas para evitar riesgos, como golpes de calor, deshidratación o incluso problemas cardiovasculares.
“Durante la práctica deportiva, el cuerpo genera calor adicional, lo que eleva la temperatura interna. Si a esto se suma el ambiente caluroso, la humedad y la exposición directa al sol, el organismo puede tener dificultades para regularse, aumentando el riesgo de dolor de cabeza, confusión, náuseas e incluso pérdida de conciencia. En estos casos, es esencial interrumpir la actividad, buscar un lugar fresco e hidratarse”, explica Alejandro Maroto de Blua de Sanitas.
Profesionales de Sanitas han elaborado un listado de recomendaciones:
Evitar las horas centrales del día.
Se aconseja realizar actividad física a primera hora de la mañana o al final de la tarde, cuando las temperaturas son más suaves y la radiación solar es menos intensa.
Hidratarse de principio a fin
Beber agua antes, durante y después del ejercicio es clave para reponer líquidos y eludir la deshidratación. En este punto, cabe mencionar que no hay que esperar a tener sed para hidratarse, ya que esta sensación es un síntoma tardío de falta de agua en el organismo.
Llevar ropa transpirable y ligera
Utilizar prendas de tejidos técnicos que permitan la evaporación del sudor ayuda a regular la temperatura corporal, así como el uso de los colores claros, que reflejan la radiación solar.
Proteger la piel y los ojos
Aplicar protector solar con un factor elevado (SPF 50) y utilizar gafas de sol con filtro UV protege ante quemaduras y daños oculares durante la actividad al aire libre.
Reducir la intensidad
Moderar el ritmo y adaptar la duración de los entrenamientos a las condiciones climáticas. Escuchar al cuerpo y detenerse ante cualquier señal de malestar es fundamental.
Planificar rutas con sombra y fuentes de agua
Siempre que sea posible, se deben elegir lugares con sombra y con acceso a agua potable permite hacer pausas para refrescarse y mantenerse hidratado.
Escuchar al cuerpo
Estar atento a señales como mareos, debilidad, dolor de cabeza, calambres musculares, náuseas o sensación de confusión. Estos síntomas pueden ser indicativos de un golpe de calor incipiente. Por lo tanto, ante cualquiera de ellos, es imprescindible detener la actividad, buscar un lugar fresco, y, en caso de no notar mejoría, solicitar atención médica.
Miryam Piqueras, directora de Gobierno Clínico de Sanitas Mayores, destaca que “las personas mayores presentan una menor capacidad de termorregulación y son más propensas a la deshidratación, lo que puede hacer que un esfuerzo físico moderado en condiciones de calor se convierta en un riesgo serio. Por lo tanto, es trascendental que realicen actividad física en lugares frescos y ventilados, eviten las horas de máxima temperatura y consulten a su médico para adaptar la intensidad y duración del ejercicio a sus necesidades”.