
La piel se vuelve más sensible al frío y al viento durante el invierno, lo que aumenta la necesidad de protectores solares hidratantes con ácido hialurónico o ceramidas. La combinación de calefacción y cambios bruscos de temperatura favorece la sequedad cutánea, por lo que se aconsejan fórmulas nutritivas con aloe vera.
La mayoría de las personas asocia el uso de crema solar con el verano y los días de playa o piscina. Sin embargo, los dermatólogos advierten de que la radiación ultravioleta (UV) no desaparece con el frío. De hecho, los rayos del sol en invierno pueden ser igual de dañinos para la piel, especialmente en los días despejados.
Cristina Villegas, jefa de servicio de Dermatología del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja
“La exposición solar acumulada es una de las principales causas del envejecimiento prematuro de la piel y del aumento del riesgo de cáncer cutáneo. Incluso en invierno, los rayos UVA atraviesan las nubes y los cristales, provocando daños que se acumulan con el tiempo. Por eso, la fotoprotección no debe verse solo como una cuestión estética, sino como una medida esencial para cuidar la salud de la piel”.
Los dermatólogos recomiendan prestar especial atención al rostro, el cuello, el escote y las manos
Son las zonas más expuestas a la radiación solar y las que antes muestran signos de fotoenvejecimiento. Con el paso del tiempo, estas áreas pueden presentar manchas, arrugas finas, pérdida de luminosidad y cambios en la textura de la piel.
“En invierno, el frío y el viento secan la piel y debilitan su barrera natural, haciéndola más sensible a la radiación solar. Además, en entornos de nieve o montaña, la luz se refleja en las superficies y aumenta la intensidad de los rayos UV, por lo que es imprescindible mantener la protección solar también en esta época del año”, explica Villegas.
Recomendaciones para prevenir los problemas derivados de la exposición solar:
Elegir productos adaptados al tipo y las necesidades de la piel
En los meses fríos, la piel tiende a secarse por el uso de calefacción y los cambios bruscos de temperatura. Por ello, conviene optar por protectores solares con fórmulas hidratantes que incluyan ingredientes como ácido hialurónico, ceramidas o aloe vera.
Reaplicar el fotoprotector varias veces al día
La sudoración, el roce con la ropa o el paso de las horas reducen su eficacia. Si se pasa tiempo al aire libre o se realiza ejercicio físico, es recomendable renovar la aplicación cada dos o tres horas.
Proteger los labios y el contorno de ojos
Estas zonas son especialmente sensibles y presentan una piel más fina, por lo que sufren antes los efectos del sol y del frío. Utilizar bálsamos labiales con filtro UV y gafas de sol homologadas ayuda a prevenir grietas, irritación y arrugas prematuras.
Mantener una rutina de cuidado integral
La fotoprotección resulta más eficaz cuando se combina con otros hábitos saludables: una correcta hidratación, una alimentación equilibrada rica en antioxidantes y una limpieza facial suave que elimine impurezas sin secar la piel.