La aseguradora se centra en el auge de los cobots, o robots de colaboración
La aseguradora AIG ha analizado los riesgos que entraña la robótica, centrándose especialmente en el auge actual de los cobots o robots de colaboración. Para la compañía de seguros, “no cabe duda de que el ser humano y la máquina están trabajando cada vez más estrechamente. Por ello, la seguridad de los cobots se convierte en un factor de vital importancia para fabricantes, usuarios finales, aseguradoras, abogados y legisladores”.
AIG opina que este tipo de robots cuentan con una amplia serie de ventajas: “Deben ser tenidos en cuenta por las mentes más innovadoras con el deseo de gestionar y reducir los riesgos que se desprenden de su crecimiento y desarrollo. Son más ligeros, fácilmente programables y más flexibles y asequibles que los robots industriales tradicionales. Permiten a los humanos y a las máquinas trabajar conjuntamente en tareas complejas que comprenden desde el levantamiento y colocación hasta el ensamblaje y montaje”.
Y no acaban ahí sus virtudes, puesto que “para las empresas, los beneficios de los cobots son muy evidentes, pues dotan a los trabajadores de nuevas herramientas para desempeñar las tareas de forma rápida y eficiente. De manera especial para las pymes, donde su uso puede traducirse en mejoras de la productividad, crecimiento y seguridad en el puesto de trabajo, gracias a la automatización de tareas peligrosas o monótonas”.
Pero no todo resulta positivo según la firma, puesto que “los cobots que trabajan estrechamente con los humanos también representan peligros potenciales en el lugar de trabajo. Algunos de ellos son grandes, se mueven rápidamente y manejan herramientas peligrosas. Un mal funcionamiento de los cables y maquinaria del cobot, un error de software en su programa o incluso una mala condición ambiental pueden potencialmente producir lesiones graves en el trabajador o daños en el robot. Además, los avances de la Inteligencia Artificial pueden conducir a que un robot de auto-aprendizaje en el trabajo aprenda a hacer cosas y a actuar de forma que no tuvieran prevista ni el fabricante ni el usuario final”.
El análisis de la aseguradora AIG cuestiona quién tiene la responsabilidad cuando se produce un siniestro en el que está involucrado un cobot, y concluye que no es fácil distinguir la frontera entre responsabilidad profesional y la de producto. En opinión de Gonzalo Errandonea, director de clientes de la compañía, “si se tratara de responsabilidad profesional el ser humano sería el responsable del accidente, y si se tratara de responsabilidad de producto ésta podría atribuirse al fabricante del robot”.
AIG recuerda que “hay una serie de leyes, reglamentos y normas de la industria que intentan ofrecer algunas orientaciones. La normativa ISO ha publicado recientemente las directrices de la industria robótica y especifica los requisitos de seguridad de los cobots”.