Fundación Mapfre rinde homenaje al Mediterráneo



Redescubriendo el Mediterráneo

Fundación Mapfre presentó el pasado viernes en Madrid la exposición Redescubriendo el Mediterráneo, compuesta por obras de artistas tan reconocidos como Renoir, De Chirico, Sorolla, Picasso, Matisse, Monet o Vincent van Gogh. La exposición ha sido posible gracias al apoyo de más de 70 prestadores, así como a la generosidad de numerosos coleccionistas privados que han prestado obras de una calidad extraordinaria.

El Mediterráneo, gran protagonista de esta muestra, se convierte así en un símbolo de reconciliación con el pasado y en un lugar de libertad artística para la creación y evolución del arte moderno. Todos los artistas presentes en la muestra se inspiraron en este mar, sus aguas y su cultura para mostrarlo como una forma de vida, un paraíso terrenal al margen de la nueva furia urbana que nació con el cambio de siglo.

El recorrido de la muestra, compuesto por 138 piezas, comienza con la sección España, donde el litoral es un lugar para el trabajo pero sobre todo un espacio para el placer, el baño y el juego. Escenarios muy habituales en las obras de artistas como Sorolla, Cecilio Pla o Ignacio Pinazo.

Sin embargo, nacer en el Mediterráneo también parece proporcionar unas marcadas señas de identidad. Así lo entendió, en Cataluña, el noucentisme, con Joaquín Torres-García y Joaquim Sunyer a la cabeza. Ambos artistas crearon un ideario y una imagen nacional basada en paisajes tranquilos y equilibrados, una vida sencilla y natural heredera de una antigüedad inmutable.

En Mallorca, Joaquim Mir o Hermen Anglada Camarasa aproximan su obra a la de los pintores franceses. La isla se convierte en un símbolo de esa Arcadia que tanto anhelan, pero también en un espacio en el que experimentan con los colores puros, la naturaleza y la luz clara.

Esa misma experiencia es la de Monet a su llegada a Bordighera, la de Signac en Saint-Tropez, Derain en L’Estaque o de Pierre Bonnard en Le Cannet. Sin embargo, para italianos como De Chirico, Carlo Carrà o Massimo Campligi, parece más bien una idea: un concepto que preside la manera de pintar, que favorece el reencuentro con el clasicismo y sus propias raíces.

Tanto la obra de Matisse como la de Picasso, con quienes se cierra la exposición, aglutinan aspectos de los pintores anteriormente citados, como si con ellos el Mediterráneo llegara a su culminación. Por un lado, la placidez que transmiten las composiciones de Matisse, con su gusto por la pintura y por la vida. Por otro, la ambivalencia de las obras de Picasso: narrativas algunas, también clásicas y primitivas a un tiempo, donde se muestra toda la agresividad y la melancolía del artista, de una vida.

Mientras Matisse celebra la naturaleza, Picasso parece no encontrar reposo y alterna estilos, buscando, sin hallarlo, el deleite de la pintura.

La exposición —que forma parte del proyecto internacional Picasso-Mediterráneo — ha sido producida por Fundación Mapfre, gracias al apoyo de los más de 70 prestadores que han colaborado en ella. Entre ellos destacan el Musée d’Orsay, Musée national Picasso-Paris, el Musée Matisse Nice, el Centre Georges Pompidou, el Musée d’art moderne de la Ville de Paris, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Kunstmuseum Winterthur, el Columbus Museum of Art o el Museo di Arte Moderna e Contemporanea di Trento e Rovereto.

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