En la era de Internet y el coronavirus es importante alejar a una persona hipocondríaca de la información sanitaria que se encuentra en la red. En caso de hacerlo, acudir siempre a fuentes oficiales
La hipocondría es, hoy en día, cada vez más común entre los españoles. La cantidad de información sobre la salud a la que tenemos acceso a través de internet ha aumentado exponencialmente a lo largo de los años y la red se ha convertido en un recurso imprescindible para resolver dudas. De hecho, en 2019 siete de cada diez personas afirmaban buscar información sobre salud en internet, según el II Estudio de Salud y Estilo de Vida de Aegon. Se les conoce como hipocondríacos digitales y desde 2018 el número de personas que padecen este trastorno ha aumentado en más de un 20%.
Según la Real Academia Española, la hipocondría es una “afección caracterizada por una gran sensibilidad del sistema nervioso con tristeza habitual y preocupación constante y angustiosa por la salud”. En otras palabras, es un trastorno que abarca el miedo y la preocupación excesiva –y en ocasiones, obsesiva-, por una serie de síntomas físicos que hacen saltar las alarmas en el paciente y hacerle pensar que padece alguna enfermedad grave.
Cómo es una persona hipocondríaca
“Una persona hipocondríaca puede pensar que padece cáncer por una mínima mancha en la piel y necesita recurrir a un médico para aliviar su preocupación”, comenta Belén González, directora de Salud de la compañía. “En algunas ocasiones, la visita a un especialista puede tranquilizar momentáneamente al paciente, pero las preocupaciones suelen reaparecer al poco tiempo”.
En momentos en los que desde el Ministerio de Sanidad recomiendan quedarse en casa y ser responsables tanto con nuestra salud como con la de nuestros seres queridos, los expertos de Aegon dan algunas pautas para hacer más llevaderos estos momentos para los hipocondríacos que nos rodean.
Paciencia, empatía y comprensión, las claves de un entorno seguro
Entre las principales claves para ayudar a personas hipocondríacas en tiempos de epidemias, como el caso del coronavirus, destacan la paciencia y la empatía. Las personas que padecen este tipo de trastornos suelen preocuparse por el más leve síntoma, que puede acrecentarse debido al estrés y derivar en pensamientos aún más negativos relacionados con enfermedades de mayor gravedad.
En estas ocasiones, el estrés y la ansiedad tienen un efecto directo sobre su sensibilidad frente a los síntomas leves. Aumentándolos y alimentando el miedo y la preocupación del paciente. “La clave en estos casos es la compresión y la paciencia. Así como ofrecer siempre consejos y valoraciones positivas”, señalan desde la dirección de salud de Aegon. En la mayoría de los casos los pacientes que padecen hipocondría tienden a sentirse incomprendidos. Y juzgados por llevar comportamientos que a otros ojos pueden resultar exagerados o extremistas. “Una persona hipocondríaca busca que sus seres queridos entiendan sus preocupaciones, no que las pongan en duda. Por ello, contar con un entorno cercano que te apoye es vital para que un hipocondríaco se sienta seguro”, mantiene.
Acudir a fuentes oficiales y expertas en la materia
En otras ocasiones, un entorno de comprensión y paciencia no es suficiente para una persona que padece hipocondría. Aunque sus seres queridos intenten protegerlo, la preocupación y el miedo a padecer alguna enfermedad grave tan solo remite cuando la persona cuenta con la opinión de un experto en la materia. No obstante, en la actualidad nos encontramos saturados de información sanitaria cuyas fuentes no siempre son completamente fiables. De hecho, del total de hipocondríacos digitales en España, el 30% da credibilidad a lo que lee en la red. En estos casos, es necesario alejar al paciente de este tipo de contenido y derivar su búsqueda a fuentes oficiales.
“Cuando tratamos con una persona hipocondríaca debemos comprender que toda la información que recibe puede hacer saltar sus alarmas”, recuerda Belén González. “Por ello, siempre que sea posible es recomendable supervisar su búsqueda para que la información que obtenga provenga de fuentes oficiales expertas en la materia”, mantiene.
Asimismo, en el contexto en el que nos encontramos desde la gerencia médica de Aegon no recomiendan asistir a centros médicos si no es estrictamente necesario. “Los centros de salud y hospitales están volcados en los pacientes más graves”, indica Belén. “Para una persona hipocondríaca, visitar un lugar que puede contar con la presencia de contagiados puede ser un detonador de un cuadro hipocondríaco más severo”.
La distracción, la mejor terapia
Una de las principales características de la hipocondría es la preocupación constante y casi obsesiva por cualquier sensación física. Desde mantener conversaciones relacionadas con la salud a sentir que padecen los síntomas que acaban de leer en el periódico. Una persona hipocondríaca es capaz de construir su vida en torno a sus propias preocupaciones vitales.
Para ayudarlo, desde Aegon recomiendan mantenerlo ocupado con planes sencillos y positivos, como leer algún libro de un tema diferente, hacer deporte en casa, cocinar o ver series. “La distracción es la mejor terapia para que un hipocondríaco deje de pensar en lo que ocurre con su cuerpo”, señala Belén González. “Estar rodeados de personas puede hacer que se sientan seguros y tranquilos, si bien no podemos olvidar que están acostumbrados a tomar ciertas medidas de higiene que debemos respetar sin juzgar por ello”.
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