Aunque el ozono se asocia generalmente con la protección contra la radiación ultravioleta gracias a la capa que rodea la Tierra, cuando se encuentra a nivel del suelo (ozono troposférico, O3), se convierte en un contaminante peligroso para la salud.
El calor, la luz solar intensa y la contaminación generada por el tráfico y la industria son los principales responsables de la formación de ozono en las ciudades. Durante el verano, en particular en áreas urbanas con altos niveles de contaminación y condiciones meteorológicas de calor y escaso viento, el ozono puede alcanzar concentraciones peligrosas. Esto genera preocupación por la calidad del aire y sus impactos en la salud, ya que el ozono troposférico, junto con partículas en suspensión (PM2,5 y PM10) y el dióxido de nitrógeno (NO2), es uno de los contaminantes más dañinos para la salud pública.
Contaminación por Ozono
A pesar de los esfuerzos normativos en Europa para controlar estos contaminantes, existe una notable diferencia entre los límites fijados por la legislación europea y las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El informe «La calidad del aire en Europa 2022» de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) destaca esta disparidad. Bajo la normativa actual de la Unión Europea, solo el 10% de la población europea está expuesta a niveles de contaminantes considerados peligrosos. Sin embargo, si se aplican los estándares más estrictos de la OMS, la exposición a niveles dañinos afecta al 94% de la población.
«El ozono troposférico, que se forma mediante reacciones químicas entre otros contaminantes y la luz solar, es un gas altamente perjudicial, especialmente durante las olas de calor. Su presencia en el aire puede causar irritación de las vías respiratorias, empeorar enfermedades pulmonares y reducir la función pulmonar», señala Jesús Miguel Santamaría, director de la Cátedra Sanitas Salud y Medioambiente del Instituto BIOMA de la Universidad de Navarra.
Estudio de Sanitas sobre la calidad del aire
Dado el impacto de este fenómeno, Sanitas, a través de su Cátedra Sanitas Salud y Medioambiente de la Universidad de Navarra, está realizando un estudio para analizar cómo la calidad del aire en las ciudades afecta la salud de las personas y el entorno.
En este contexto, Sanitas propone varias medidas que pueden adoptarse tanto a nivel individual como colectivo para reducir la exposición al ozono, mitigar sus efectos y mejorar la calidad del aire:
Evitar actividades físicas intensas al aire libre durante las horas de mayor radiación solar
Entre las diez de la mañana y las cuatro de la tarde, los niveles de ozono troposférico suelen ser más altos debido a la fotodisociación de contaminantes precursores. Esto puede agravar condiciones como el asma y la bronquitis, por lo que es recomendable evitar el ejercicio físico en este intervalo.
Monitorear los niveles de ozono a través de fuentes oficiales
Consultar regularmente los reportes sobre la calidad del aire permite tomar decisiones informadas sobre las actividades al aire libre, evitando la exposición en momentos críticos y adoptando medidas preventivas.
Fomentar el uso del transporte público y medios sostenibles
Los vehículos con motores de combustión son una fuente significativa de óxidos de nitrógeno (NOx) y compuestos orgánicos volátiles (COVs). Reducir su uso a favor del transporte público, vehículos eléctricos, bicicletas o caminar, contribuye a disminuir la contaminación.
Mantener en buen estado los vehículos y realizar revisiones regulares
Los automóviles antiguos o mal mantenidos emiten más contaminantes. Cumplir con los estándares de emisión y asegurar un mantenimiento adecuado es crucial para minimizar su impacto ambiental.
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