Profesionales de Cigna ayudan a afrontar las secuelas emocionales posteriores a un desastre natural como las riadas en la Comunidad Valenciana y la importancia del apoyo profesional.
Tras las recientes riadas que han afectado especialmente a la Comunidad Valenciana, muchas personas sufren temor y se enfrentan a experiencias difíciles de procesar. Además de la carga emocional inmediata, estos desastres suelen tener efectos duraderos que pueden afectar la recuperación psicológica. Por ejemplo, la reconstrucción de una vivienda o la pérdida de medios de subsistencia puede extenderse durante meses o incluso años, lo que prolonga el estado de vulnerabilidad.
“El impacto emocional de estos desastres es profundo y no se limita a los propios días del evento. El estrés y la ansiedad que genera enfrentarse a una nueva realidad donde la seguridad personal, familiar y económica se ven amenazadas, pueden minar la salud mental a largo plazo. En muchas ocasiones, las personas que pasan un fenómeno natural extremo pueden experimentar alteraciones a nivel emocional, ya que el trauma influye en su percepción de la realidad y la manera en la que se relacionan con el entorno”, tal y como indica Daniela Silva, especialista en Medicina Interna de Cigna Healthcare España.
Marina Alba, psicóloga y consultora colaboradora en Cigna añade: “Es fundamental entender que este “shock” puede no superarse fácilmente, y requerir de tiempo, paciencia y apoyo profesional. En casos como incendios o desastres naturales, los primeros meses suelen requerir un alto nivel de adrenalina para resolver la parte relacionada con la supervivencia (encontrar nuevo hogar, manejar las secuelas físicas y económicas), haciendo que se demore el inicio de los síntomas. Por esta razón, es crucial que las personas afectadas reciban apoyo continuo mientras se adaptan a su nueva realidad, y proteger, así, su salud mental a largo plazo”.
Cinco consejos para enfrentar las secuelas emocionales de un desastre natural
Retomar actividades cotidianas. Tras un fenómeno meteorológico extremo, muchas personas desarrollan nuevos miedos, como bajar a la calle, salir de su hogare, incluso, quedarse dormidas por si vuelve a pasar algo similar. En momentos de incertidumbre, recuperar una estructura de actividades puede ofrecer cierta estabilidad. Retomar actividades cotidianas como ir al trabajo, al colegio o hacer las tareas diarias ayuda a reducir el “choque” psicológico.
Limitar la exposición a las noticias del desastre. La sobreexposición a noticias del evento traumático puede intensificar el miedo y revivir el trauma. Se recomienda atender a las últimas noticias y avances en momentos específicos del día. También es recomendable dedicar los últimos minutos del día a actividades relajantes.
Encontrar un oasis de calma en medio del caos. Durante las primeras semanas, hacer ejercicios de respiración profunda ayuda a reducir la ansiedad y calmar la mente. Establecer prioridades permite enfocarse en lo esencial y evitar la parálisis por el exceso de opciones.
Crear un círculo de apoyo y ayuda. Aceptar las emociones, ya sea miedo, ira, tristeza o confusión, y expresarlas abiertamente ayuda a desahogarse y a procesar lo vivido. También aceptar la incertidumbre y que algunas variables no se pueden controlar permitirá avanzar. Si los síntomas son difíciles de gestionar, se recomienda acudir a un profesional de la salud mental.
Gestionar la ecoansiedad de manera consciente. Los desastres naturales pueden aumentar la preocupación por el cambio climático y el impacto ambiental. A veces, desencadena ecoansiedad: una sensación de angustia ante la magnitud de los problemas ambientales. Para reducir este sentimiento, es útil involucrarse en acciones positivas que impulsen un futuro más responsable.
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