Durante los últimos 25 años, el número de periodistas asesinados se ha disparado. Acierto.com analiza qué opciones tienen para protegerse
Durante los últimos 25 años han sido más de 2.300 periodistas y reporteros los que han fallecido en el ejercicio de su profesión. La mayoría lo ha hecho cubriendo la actualidad en zonas de guerra como Afganistán, Siria e Irán, pero también en otros países como México, China y Filipinas. Solo en 2018 fueron 80 los asesinados, un 8% más que el año anterior. Una situación que el comparador de seguros Acierto.com ha analizado con motivo del Día Mundial del Periodista. Porque, ¿a qué riesgos se enfrentan estos profesionales y cómo pueden protegerse?
La dificultad más llamativa es la que tiene que ver con los conflictos armados y la guerra; un contexto en el que la impunidad alimenta la violencia y refuerza la necesidad de incrementar la protección de aquellos profesionales que cubren la actualidad en zonas peligrosas y que también son víctimas de secuestros, desapariciones y chantajes gubernamentales.
Seguros para corresponsales de guerra
El comparador de seguros Acierto.com remarca en un comunicado la importancia de contratar una póliza que les proteja -a ellos y a los suyos-. Aquí hay que diferenciar entre los corresponsales de guerra o en zonas de conflicto del resto. Respecto a estos primeros, la suya puede ser considerada como una profesión de riesgo, algo que podría conllevar una sobreprima.
En cualquier caso, lo más importante es que el seguro responda a una emergencia, especialmente si se requiere de un ingreso en el hospital, o de la repatriación urgente al país de origen. Además, convendría revisar el apartado de las limitaciones relacionadas con la visita al psicólogo, algo esencial si tenemos en cuenta que ciertos corresponsales de guerra cuentan con estrés postraumático.
Un seguro de vida con cobertura de invalidez -temporal o absoluta- resultará igualmente clave. Asimismo, debería contemplar su fallecimiento con el objetivo de proteger a su familia en este caso. Precisamente por los riesgos, algunas compañías aseguradoras excluyen a estos profesionales. Otras, incluso, cuentan con exclusiones para zonas de guerra. No obstante, otras compañías sí cubren ese riesgo incluso diferenciando por zona de riesgo -valga la redundancia-. Desde un nivel de peligrosidad bajo hasta un nivel de riesgo extremo. Eso sí, la prima por cubrir en estas últimas zonas es hasta cuatro veces superior (respecto de las zonas de riesgo bajo). La edad y las preexistencias también condicionan el precio e incluso la aceptación del periodista como asegurado.
Más allá de los corresponsales de guerra
Más allá de los conflictos armados existen otra clase de riesgos a los que se enfrentan estos profesionales. Nos estamos refiriendo a la imposibilidad de trabajar, a los sesgos políticos, a los intereses empresariales, a los depredadores de la libertad de prensa y a la censura e incluso a los misérrimos sueldos de falsos autónomos a los que muchos se ven abocados.
De hecho, no son pocas las noticias que ilustran cómo los periodistas estadounidenses se alzan continuamente contra Trump; ni tampoco aquellas que revelan la cantidad de ERE que numerosos grupos de comunicación han realizado desde el inicio de la crisis económica. Por no mencionar a los graduados que cada año salen de la universidad -más de 3.000- y de la demanda de esta carrera, que no se ajusta en absoluto a la capacidad de absorción laboral del mercado.
No es de extrañar que el aumento del paro y la precariedad laboral se postulen como las grandes preocupaciones de este colectivo. Sobre todo si tenemos en cuenta la reciente incorporación de robots periodistas o Inteligencias Artificiales a redacciones como la del Washington Post con motivo de eventos como las Olimpiadas, etcétera. Una iniciativa que ha sido vista como una amenaza.
Aquellos que sí trabajan, por otra parte, han de enfrentarse, en numerosas ocasiones, a dificultades de conciliación -por el horario- e incluso algunos han experimentado problemas físicos y psicológicos derivados del horario laboral y la excesiva carga de trabajo.
Nuevas oportunidades
Por supuesto no todo es negativo, sino que el desarrollo de la tecnología también ha dado lugar a nuevos perfiles como analistas de datos y tráfico, periodistas de datos, gestores de contenidos digitales, redactores de branded content, expertos en redes sociales, infografistas interactivos y maquetadores online, etcétera.
Respecto a la Inteligencia Artificial y el análisis de datos, la automatización de determinados procesos permitirá contrastar las fuentes y agilizar noticias que antaño suponían una inversión de tiempo mayor; un tiempo que ahora los periodistas podrán dedicar a la investigación así como al desarrollo de otras informaciones más elaboradas e interesantes para el público.
En cualquier caso y a medida que esta última (la Inteligencia Artificial) se vaya implantando, los medios deberán implementar nuevos planes de formación para proteger esos datos, así como políticas concretas encaminadas a evitar fugas. Un punto en el que los seguros contra ataques cibernéticos a empresas se encuentran ganando cada vez más protagonismo.