La sanidad española, entre las más eficientes del mundo



Mapfre

Mapfre edita un informe que compara los diferentes modelos de salud internacionales

Planes de ahorro de medio y largo plazo para atender las necesidades de salud, incentivos a la contratación de seguros voluntarios, comparadores electrónicos de precios y coberturas, y fortalecimiento del rol de los seguros privados son algunos de los elementos claves considerados como mejores prácticas dentro del informe Sistemas de salud: un análisis global, elaborado por el Servicio de Estudios de Mapfre.

El análisis internacional elaborado por el think tank de Mapfre establece un ranking global, que considera un universo de 180 países ofreciendo un indicador ad hoc -el Indicador de Eficacia de Sistemas de Salud (IESS)– que permite establecer un ranking de los distintos modelos, donde España ocupa la novena posición y lo encabezan Japón, Suiza, Corea del Sur, Singapur
e Islandia.

El estudio asume que un sistema sanitario es más eficaz si muestra una mayor capacidad para controlar la mortalidad de grupos vulnerables (niños de 0 a 4 años), la mortalidad por morbilidad general causada por enfermedades no transmisibles, y para propiciar una mayor supervivencia de la población (esperanza de vida), explica la compañía.

El estudio también realiza una comparativa de sistemas sanitarios de 11 paísesseleccionados que pueden servir de referencia a la hora de diseñar políticas públicas en este ámbito, incluyendo indicadores como el gasto sanitario total respecto del PIB, el gasto per cápita por fuentes de financiación y la penetración de los seguros privados de salud, entre otros. De esta selección España se alza a la tercera posición en término de eficacia, detrás de Japón y Singapur.

El caso español

En términos de gasto sanitario, el porcentaje se situó en torno al 8,8% del PIB en 2017, y la penetración de los seguros privados de salud en ese año fue del 0,7%.

El sistema sanitario español responde al denominado modelo Beveridge de amplia cobertura, si bien los gastos de bolsillo en salud son relativamente altos con respecto a otros sistemas, representando el 24,2% del gasto total en 2015.

La penetración de los seguros privados voluntarios de salud, por su parte, es menor que en otros países en los que una parte del coste es compartido, pero se ha mantenido una ligera tendencia ascendente, incluso en los peores momentos de la pasada crisis económica.

El informe, editado por Fundación Mapfre, ha sido presentado mediante un seminario online por Manuel Aguilera, director general del Servicio de Estudios de Mapfre; Luis Mayero, presidente del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (Fundación IDIS), y Ricardo González, director de Análisis, Estudios Sectoriales y Regulación del Servicio de Estudios. El encuentro lo moderó Mercedes Sanz, directora de Seguro y Previsión Social de Fundación Mapfre.

Cobertura complementaria y privada

Manuel Aguilera destaca que, del análisis de la experiencia internacional, se desprende que el objetivo último de contar con una cobertura universal sanitaria no siempre es conseguir una cobertura gratuita para toda la población residente, sino dirigir una protección especial gratuita o fuertemente subsidiada a aquellos sectores más desprotegidos.

Igualmente, Ricardo González apela a que las políticas públicas se apoyen en los pilares de cobertura complementaria voluntaria de tipo empresarial y privada individual, por la mayor presión que sufrirán las cuentas públicas conforme avance el envejecimiento poblacional. De esta forma, los sistemas sanitarios aliviarían parcialmente esa presión y destinarán mayores recursos a cuidados a largo plazo y paliativos.

Por su parte, Luis Mayero también se centra en los momentos de gran dificultad que atraviesa el sistema público de salud,  entre otros factores, debido al citado envejecimiento de la población, y también al incremento de la cronicidad, la constante aportación y necesidad de incorporación y renovación de la tecnología más avanzada, la utilización de los tratamientos más vanguardistas, además de la propia rigidez del sistema y la necesidad de disponer de un número suficiente de profesionales sanitarios motivados y con los mejores índices de pericia, conocimiento y experiencia.

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