Los expertos advierten que, en el momento de preparar un plan para la jubilación, es tan importante tener en cuenta los factores de riesgo que se producen mientras ahorramos, como los que aparecen mientras disponemos de nuestro dinero. El estudio Gestión eficiente del ahorro tras la jubilación de la Fundación Edad&Vida y VidaCaixa, advierte de que situaciones como la dependencia, la longevidad o la falta de liquidez son los nuevos riesgos económicos de los jubilados.
Tal como apunta José Antonio Iglesias, vicepresidente de Edad&Vida y subdirector general de Negocio de VidaCaixa: “España es uno de los países más longevos del mundo. Los avances de la ciencia, el estilo de vida saludable y la dieta equilibrada son el signo de las sociedades más avanzadas y el conjunto de factores que nos permite vivir más y con más calidad de vida. Sin embargo, implica que las personas mayores van a necesitar cada vez una mayor cantidad de recursos económicos, de la que hoy en día no somos muy conscientes”.
En palabras de Montse Guillén, catedrática del Departamento de Econometría, Estadística y Economía Española y directora del Riskcenter de la Universidad de Barcelona (UB): “Vivir más de lo esperado o entrar en situación de dependencia puede llegar a tener un impacto muy relevante en la economía de los pensionistas”.
Ante esta situación, los expertos recomiendan elaborar un mapa de riesgos personalizado que permita tener una visión global y entender la importancia de gestionar adecuadamente el ahorro a lo largo del tiempo.
Mitigar el impacto de la longevidad y el riesgo de liquidez
Según el análisis del Riskcenter, las rentas vitalicias, al tratarse de un producto a largo plazo, pueden aportar rentabilidades garantizadas superiores a las que se ofrecen en otros productos que invierten a más corto plazo. Además, “proporciona tranquilidad y estabilidad financiera a sus titulares, que pueden ser una o dos personas”.
Existen diferentes tipos de rentas vitalicias que proporcionan flexibilidad y adaptación a las necesidades de sus titulares, más allá de conseguir una renta de por vida, como pueden ser el deseo de legado o herencia, o la posibilidad de rescatar el producto, a pesar de ser vitalicio, en caso de necesidad.
Planificar la jubilación reduce los riesgos
Los ingresos durante la jubilación provienen de la pensión pública y del ahorro que se haya podido acumular durante la vida activa. Por ello, en primer lugar es importante disponer de información clara y precisa sobre la cuantía de la pensión.
En segundo lugar, el estudio recomienda que las necesidades económicas se planteen desde una perspectiva global, es decir, teniendo en cuenta que los ingresos permitan garantizar una renta mínima para vivir, asegurar posibles contingencias de salud y dependencia, disponer de un ahorro mínimo para contingencias no previstas, y utilizar el resto del ahorro para alcanzar un nivel deseado de vida y para dejar herencia en caso de que así se desee.
El papel de los gobiernos: información e incentivación
El estudio recuerda que el papel de los gobiernos es decisivo a la hora de facilitar una información fiable y accesible que permita a las personas optimizar la toma de decisiones sobre el ahorro que necesitarán. Para ello es importante también poner a disposición de los ciudadanos información sobre el funcionamiento del sistema público, los riesgos a los que se enfrenta y los ajustes a los que puede estar sometido.
Asimismo, el informe propone la colaboración entre la Administración y el sector financiero y asegurador para diseñar productos que garanticen el cobro de pensiones suficientes y sostenibles en el tiempo. Todas las soluciones deberían contar con una regulación y un desarrollo normativo suficiente para mitigar los riesgos que pueden surgir, para dotarlas de estabilidad y para garantizar el cobro de prestaciones justas.
Orientación financiera
Las empresas del sector financiero y asegurador no solo deben enfrentarse al reto de diseñar productos que se adapten a las características y necesidades de las personas, sino que además deben ser capaces de orientarlas para que puedan elegir entre aquellas opciones que mejor se ajusten a sus preferencias. Se aconseja la utilización de ejemplos sencillos para analizar diferencias entre productos, la elaboración de árboles de decisión en función de las características y necesidades de cada persona, o la creación de guías de buenas prácticas en asesoramiento financiero.