La transformación digital como trending topic
El concepto de transformación digital es uno de los más analizados en los últimos meses. Es un tema que, por lo general, preocupa. La gente quiere ocuparse de este proceso y entenderlo, pero, ¿cómo hacerlo? Escuchando a expertos sobre la materia, se aprenden varias cosas: la primera de ellas es que no hay expertos; la segunda, es que las formas de entender este proceso son muchas y diferentes; y la tercera, que algunas empresas se autocalifican como “digitales” a pesar de no haber iniciado una verdadera transformación para lograrlo, de no haber modificado un ápice sus productos y servicios.
La idea subyacente en el proceso de transformación digital es aparentemente simple: transformar todo lo que se hace de forma analógica en digital. Pero la realidad siempre es más compleja que la apariencia. No hay más que observar a los nuevos emprendedores para constatarlo: son los jóvenes de 22 años, con la carrera recién acabada, ganas de triunfar profesionalmente y con el valor y los conocimientos necesarios para hacerlo; con proyectos novedosos cuyo único límite es la imaginación y con estructuras empresariales flexibles e innovadoras, son los que están impulsando esta transformación. Idealistas que han trasladado al mundo empresarial su forma desprejuiciada de entender la vida, su forma dinámica y abierta de trabajar.
El proceso de transformación digital conlleva esa facilidad de adaptación al cambio y la apertura a todo lo que sea nuevo. Hoy en día podemos percibir tres velocidades en el mundo en que vivimos: la que nosotros como consumidores exigentes fomentamos; la que impulsan las empresas nuevas al crear modelos de negocio y herramientas innovadoras; y aquella a la que intentamos adaptarnos las empresas con mayor antigüedad en el mercado desde la consciencia de que algunas veces nuestros esfuerzos por ir más rápido no son suficientes. La transformación digital tiene que ver con la velocidad y la estructura de estas nuevas empresas.
Asimismo, se podría dibujar un mapa completo de acciones necesarias para ser digitales: ecommerce 100%, desarrollar procesos y operaciones para dar a los clientes la posibilidad de relacionarse con nosotros a través de herramientas digitales de forma global, y llevar a cabo contrataciones más sencillas –con ausencia de papel, con apps, con comunicaciones digitales, con servicios de valor añadido, con distintos dispositivos y software de conexión entre ellos–. También tiene que ver con una gestión más completa de nuestro cliente, con más información, con una visión más compleja y así podría seguir con un mapa completo de tareas hechas o por hacer para llegar a ser digitales.
Sin embargo, la verdadera transformación digital es más profunda, la marea de fondo no está ahí, la transformación digital no gira sólo en torno a la tecnología, sino que lo hace sobre todo en torno a las personas. La transformación digital implica una gestión más completa y compleja de nuestros clientes, con más información y más puntos de vista, y también una evolución en la administración de las personas que trabajan en la empresa.
Nuestros procesos actuales están basados en la eficiencia, que encuentra en la cadena de mando una forma de asegurarse la implantación y ejecución de la tarea encomendada. Lo cual es bueno pero ahora estamos asistiendo a un cambio de paradigmas, en el que la rapidez está sustituyendo a la perfección, en el que lo bueno es lo ágil, en el que la eficiencia ya no es tan importante como la innovación, y las obligaciones se convierten en responsabilidades. El futuro pasa por una transformación interna de nuestras compañías, por métodos de trabajo en los que se deleguen mayores responsabilidades a nuestros empleados, en los que se premie la imaginación y los puntos de vista novedosos, y en los que equivocarse no suponga una barrera para seguir ideando nuevas formas de hacer lo de siempre.
Debemos instaurar estructuras menos rígidas, más funcionales, más matriciales, con personas que puedan desarrollar sus visiones y su talento dentro la compañía. El único límite tiene que ser la imaginación, hay que tomar riesgos a favor de la agilidad y de nuevos modelos de negocio; la motivación y la retención del talento han de ser máximas, así como también debe serlo trabajar por responsabilidades y no por horario. La ilusión por crear debe volver a ser nuestra guía, tenemos que parecernos mucho más a una start up –conceptualmente hablando– de lo que nos parecemos ahora. Ese es el reto. Aún nos queda mucho camino por recorrer para llevar a cabo la verdadera transformación digital de la que tanto se habla, ésa de la cual dependerá que las empresas sobrevivan o mueran.
Absolutamente de acuerdo