Con el invierno no sólo llegan las noches largas, sino a menudo el frío, la lluvia, la nieve y la niebla, circunstancias que complican y dificultan la conducción y la seguridad en las carreteras del vehículo. Pero no hay que preocuparse, basta con ser precavidos.
Un texto de Diego Fernández Torrealba
En estas fechas las inclemencias meteorológicas aumentan sensiblemente los riesgos al volante. Pero no se trata de tener miedo y no coger el coche si debe hacerlo; simplemente se trata de adoptar medidas de precaución y prevención que minimicen en gran medida el riesgo y le permitan (a usted, a sus acompañantes y a las personas que viajan en otros vehículos) disfrutar de una conducción segura.
Esas medidas de prevención no sólo pasan por una conducción responsable, pues antes de coger el volante en este tiempo es recomendable realizar una inspección adecuada al vehículo y cuidar de que se encuentre en buen estado.
Mantenimiento del vehículo
Un correcto mantenimiento del coche es vital, y más en estas fechas en las que, como dijimos, el riesgo en la carretera aumenta por varios factores.
Por ello, es conveniente revisar varias de las piezas y dispositivos del vehículo, comprobando que están en condiciones y de no ser así poniendo las medidas adecuadas para ello. Empezando por la carga de la batería, a la que no suelen sentar bien ni el frío ni las variaciones bruscas de temperatura. Así que es importante revisar el estado de carga de esta pieza, lo que puede hacerse con la ayuda de un polímetro, y cambiarla en caso de que proceda.
También hay que comprobar los niveles de líquidos del coche (refrigerante, aceite, lavaparabrisas y frenos), así como examinar los limpiaparabrisas, que a buen seguro tendrán trabajo en estos meses, y cambiar las escobillas en caso de que no limpien correctamente o no funcionen bien.
Un factor importantísimo son siempre los neumáticos, y más todavía en situaciones en las que la carretera puede estar agrietada, resbaladiza, lluviosa o incluso nevada. Hay que revisar que tengan la adherencia y presión adecuadas y que no haya grietas ni arañazos profundos con el fin de evitar riesgos; y si ya no están en condiciones, sustituirlos por unos nuevos lo antes posible. Dependiendo de las zonas por las que se transite, igual hay que cambiar los neumáticos por unos de nieve y/o poner cadenas para aumentar el agarre y la seguridad.
Otro aspecto a vigilar es el sistema de alumbrado, y más cuando las noches son largas y la niebla y la escasa visibilidad son habituales en invierno. Y, por supuesto, es imprescindible comprobar el sistema de frenado, cuidando de que ni las pastillas ni los discos de freno estén muy desgastados.
Tampoco está de más llevar algunos accesorios en el coche que pueden ser de utilidad en invierno, como el rascador de hielo para el parabrisas e incluso otros objetos como una manta térmica, unos guantes de goma, un botiquín, una linterna, agua y algún alimento energético.
Si el coche va a pasar la noche en la calle y… ¡Continúa leyendo en elEconomista Seguros!
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