IMQ ha certificado conforme a la norma ISO 22301 su sistema de gestión de la continuidad de negocio. La compañía explica que “es una certificación que avala la madurez y robustez de su estrategia y modelo de gestión ante eventos que pudieran poner en riesgo la actividad y operativa de la compañía”.
Según indica Javier Aguirregabiria, director general de IMQ, “es nuestro deber garantizar en cualquier circunstancia la atención y servicio al cliente, con independencia de que las circunstancias lo dificulten”. Para posibilitarlo IMQ cuenta dentro de su sistema de Buen Gobierno con una política de continuidad de negocio cuyo objetivo principal es disponer de un marco de actuación que permita dar una respuesta lo más ágil y eficiente posible en situaciones que dificulten o impidan el desarrollo de la actividad provocando la interrupción de aquellos procesos y funciones definidas como críticas o que afecten fundamentalmente a la gestión de los diferentes servicios al cliente. Se trata no sólo de dar continuidad a esas funciones críticas, sino también de garantizar su recuperación y normalización en un periodo de tiempo lo más corto posible.
IMQ analiza los posibles riesgos
Para ello la compañía ha definido un sistema de gestión en el que cobran especial relevancia el análisis de los posibles riesgos que se pueden producir y su impacto en el negocio, identificando para ello no sólo las funciones críticas, sino también las personas, aplicaciones y proveedores críticos. Ello como punto de partida para definir los escenarios y soluciones de continuidad que permitan dar una adecuada respuesta en caso de incidente.
Resulta clave también dentro del modelo de gestión establecido la adecuada formación a toda la organización y el plan de pruebas que anualmente se lleva a cabo para validar la eficacia de las soluciones y estrategias definidas. “El objetivo es disponer, en caso de cualquier evento que ponga en riesgo el negocio, de soluciones y procedimientos; pero también ser capaces de reanudar nuestros procesos y servicios críticos a la mayor brevedad posible para disminuir el impacto que pudieran tener para las y los clientes” señala Aguirregabiria. “Hemos vivido en los últimos años situaciones como la pandemia de la COVID-19 que han exigido activar soluciones de continuidad ante un evento no esperado ni previsto. A ello se suma la política de ciberseguridad y los riesgos vinculados, que, sin duda, son uno de los grandes retos actuales de todas las compañías”.
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