La cara B de las fiestas y el Blues de Navidad



Navidad

Depresión, compra compulsiva o fobia social son algunos de los estados de ánimo y comportamientos autodestructivos frecuentes en la población en estas fechas

La Navidad está cargada de expectativas: ser feliz a toda costa, divertirse, estar a gusto con la familia, relacionarse con los demás, tener ganas de celebrar, hacer regalos… Sin embargo, hay personas que no llevan bien todos estos rituales y pueden experimentar emociones negativas. Según la Organización Mundial de la Salud, el 44% de la población padece síntomas de ansiedad, depresión o tristeza en estas fechas.

A este respecto, Marta López, e-health medical manager de Cigna España, afirma que “para las personas que sufren estos síntomas supone un reto enfrentarse a estas fechas y la clave estará en trazar objetivos factibles y adaptarse a los distintos escenarios. De este modo, con el fin de ayudar a sobrellevar las situaciones que les causan mayor estrés, es importante comprenderles, ser conscientes de sus límites y respetar sus reglas.

Uno de los trastornos que pueden sufrirse o agravarse en estas fechas es el Blues de Navidad o la depresión blanca. Más que un trastorno, se trata de un estado de ánimo negativo producido por una serie de estímulos externos y cuyos síntomas se identifican a través de una enorme tristeza, nostalgia, falta de apetito, alteraciones del sueño, ansiedad y estrés. Los adultos mayores o aquellas personas que están en fase de duelo por la muerte de alguien cercano son los más propensos a sufrir este desequilibrio anímico.

Algunos consejos para ayudar a combatirlo son permitir que estas personas tomen parte activa en los eventos programados, involucrarles en actividades propias de esta época (elegir o envolver los regalos), instarles a que hagan el brindis principal, ponerles piezas musicales que relacionen con recuerdos felices o recordarles lo importantes que son para la familia.

También son peligrosas las compras compulsivas. Aunque no es un problema que surja en Navidad, sí son fechas en las que la oniomanía se agrava. Aquellos que la sufren dejan de entender esta acción como una actividad lúdica o como algo necesario para cubrir una necesidad, y pasan a realizarla de forma compulsiva y sin ningún motivo aparente. Las personas más expuestas a esta adicción son los jóvenes, que se encuentran en una etapa de formación y desarrollo, en la que cobra especial importancia la aceptación social y la pertenencia al grupo.

Hay que tener cuidado también con los trastornos de conducta alimentaria. Las personas con anorexia son las que tienen especial temor a esta época del año debido a que las celebraciones giran en torno a una mesa llena de alimentos altos en calorías. Tampoco es fácil para los que padecen bulimia o síndrome del atracón, ya que debido a la fuerte exposición a cantidades ingentes de comida, son más vulnerables a comer de más.

Otro de los males frecuentes es la fobia social. Para aquellos que sufren miedo persistente o ansiedad desproporcionada en relación con una o más situaciones sociales, la Navidad y el año nuevo se convierten en un periodo especialmente crítico. La fobia social es un trastorno de ansiedad en el que se teme sufrir situaciones humillantes en público o encontrarse en lugares en los que se pueda ser observado o juzgado.

Además, hay que hablar del miedo a los ruidos fuertes. Las personas que padecen ligirofobia o fonofobia sienten un miedo desproporcionado e irracional ante estos sonidos, tales como petardos, cohetes, globos, descorche de una botella de cava, etcétera cuando saben que van a aparecer sin su control y de forma imprevista. La principal evidencia de este trastorno es un ataque de pánico o crisis de ansiedad.

Para ayudar a quienes la sufren los expertos recomiendan motivarles para que conozcan los objetos que producen esos ruidos fuertes, instarles a que traten de imitar los sonidos que les incomodan mientras los están escuchando o llevarles a centrar la atención en identificar los tipos de ruidos, cuanto duran, el nivel de molestia, etcétera.

Por último, el temor a ser tocado (afenfosfobia) es un trastorno que alude a un persistente, anormal e injustificado temor a esa situación. Se trata de una exageración aguda de la tendencia normal de proteger el propio espacio, por temor a la contaminación o a la invasión. No se limita a desconocidos, sino que el miedo también se puede presentar ante el contacto con alguna persona que se conozca bien.

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