La “localización” de las multinacionales
Hace unos meses recibí una llamada de Casa Matriz. Atendí la llamada mirando por la ventana de mi despacho. Era un colega, Greg, que me contaba el éxito que un producto de MetLife estaba teniendo en Japón. Los japoneses les quitaban el producto de las manos. Durante 30 minutos me dio toda una serie de argumentos y beneficios por los que había que replicar el exitoso producto en muchos mercados. En su cabeza estaba una operación matemática, resultado de multiplicar el éxito en Japón por un número determinado de mercados. Yo no veía a los españoles comprando unas coberturas que se alejan mucho de nuestro estilo de vida y nuestras necesidades, y le respondí: “Greg, me gusta lo que me cuentas pero, mientras hablo contigo, estoy mirando por la ventana y no veo ningún japonés, son todos españoles”.
Esa frase resume, de alguna manera, lo que yo entiendo por la “localización”, o más preciso aún, por la “nacionalización” de las multinacionales.
Es evidente que las multinacionales tienen ventajas a la hora de aprovechar experiencias de otros mercados, a la hora de transferir “best practices”, a la hora de evitar repetir errores cuando ya se han testado y solucionado previamente en otros lugares, pero todo eso sólo puede aplicarse cuando lo que quieres replicar tiene sentido en el entorno local.
Primero hay que entender tu mercado, analizar lo que necesita, definir cómo puedes aportar una diferenciación y, entonces, aprovechar esas sinergias en la medida de lo posible.
Solo en esta dirección funciona y nunca en la contraria.
Las compañías tienen que pensar en local cualquiera que sea su matriz y su presencia internacional: “Piensa global y actúa local”.
Incluso diría que el sentimiento de “local” debe ir más allá. Las compañías tienen que mostrar un compromiso firme con la sociedad en la que actúan, colaborar y comprometerse con las necesidades de esa población y ayudar a la evolución de su entorno y a conseguir que sea cada día mejor. Que las compañías asuman ese compromiso es casi una obligación.
Solo de esta manera el carácter multinacional se convierte en un valor añadido, en una vía de diferenciación y eficiencia frente a las compañías nacionales y en una herramienta para facilitar un servicio a la sociedad totalmente ajustado a sus requerimientos y necesidades.
Desde MetLife lo entendemos así. Hay otras compañías de seguros con el mismo nivel de internacionalización que nosotros pero, una de nuestras premisas y de nuestros compromisos para con los países donde operamos es integrarnos en su cultura, mimetizarnos con su estilo de vida, comprometernos con sus necesidades, ejercer localmente nuestra responsabilidad social corporativa y vivir, en una palabra, la realidad de la que somos parte.
Los valores de nuestra compañía, así lo muestran: Poner al cliente en el centro de todo lo que hacemos, hacer las cosas más simples, para favorecer la interacción con ellos, ser los mejores, sobretodo en integridad, honestidad, transparencia y finalmente, tener éxito juntos, si no, no es verdadero éxito.
Eso es parte de nuestra cultura corporativa y en ella vamos a seguir apoyándonos.