El tabaco tiene consecuencias tanto en la salud general como en la salud bucodental; los fumadores aumentan las posibilidades de padecer gingivitis o sangrado de encías
El tabaquismo es uno de los principales riesgos para la salud: la OMS contabiliza siete millones de fallecimientos al año por el tabaco, de los cuales más de seis millones son consumidores directos. Además, ocho de cada diez muertes están relacionadas con la EPOC, una enfermedad que padecen más de dos millones de personas en España, aunque el 70% de ellas todavía lo desconocen según SEPAR.
Sin embargo, y aunque es la enfermedad asociada al tabaco más conocida, esta no es la única patología: enfermedades cardiovasculares, cáncer, úlceras duodenales u osteoporosis son solo algunas afecciones relacionadas con el tabaquismo. Es por ello que este año la OMS dedica el Día Mundial Sin Tabaco a la salud cardiovascular con el objetivo de amplificar el conocimiento que se tiene sobre la relación entre estas y el consumo de tabaco. Según la Fundación Española del Corazón, un fumador tiene tres veces más riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular que el resto de la población porque la nicotina y el monóxido de carbono dañan las paredes internas de las arterias, alteran la coagulación, incrementan los niveles de colesterol malo y disminuyen el aporte de oxígeno al miocardio.
Además, “fumar incrementa el riesgo de sufrir cardiopatía isquémica, ictus, enfermedad vascular periférica y claudicación intermitente”, lo que supone “un mayor riesgo en las personas de edad avanzada”, expone David Curto, director asistencial de Sanitas Mayores.
España cuenta con una prevalencia de tabaquismo de las más elevadas de Europa, de acuerdo con los datos del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT). Dejar de fumar es muy positivo a cualquier edad y casi obligatorio para las personas mayores, solo tres años después de haber dejado de consumir tabaco, el riesgo de sufrir un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular es el mismo que el de una persona que no haya fumado nunca.
El tabaco en las personas mayores
Los mayores de 65 años son uno de los colectivos más afectados por el consumo de tabaco. Una de cada cinco muertes entre este grupo poblacional está relacionada con esta sustancia nociva que se asocia con al menos seis de las 14 principales causas de muerte en los sujetos de más de 60 años y supone un factor de complicación de al menos otras tres. Se estima que en España el 12% de este colectivo es fumador y, aunque cada vez hay mayor conocimiento sobre los beneficios de abandonar esta práctica, dejar de fumar es especialmente complicado para las personas mayores. “Una persona que ha fumado toda su vida debe recibir un especial apoyo para conseguir dejar de fumar, es importante hacer un seguimiento cercano”, explica el doctor Curto.
Los estudios clínicos concluyen que quien deja de fumar antes de los 50 años disminuye el riesgo de morir por una enfermedad relacionada con el tabaco en un 50%, mientras que quien deja de fumar a los 65 años reduce ese riesgo en un 10%. Incidir en la importancia de dejar de fumar es una labor de toda la sociedad y, especialmente, de los profesionales sanitarios. El síndrome de abstinencia alcanza los mayores picos a las 24-36 horas de haber fumado el último cigarrillo y se mantiene con alta intensidad durante unos siete o diez días, para descender poco a poco en las siguientes dos y cuatro semanas. Un médico de atención primaria puede guiar al fumador en todo el proceso y recomendar tratamiento farmacológico o medidas alternativas si fuese necesario.
En el caso de las personas mayores, hay que prestar mayor atención a las patologías que pueden verse alteradas. Por ejemplo, se debe valorar la relación riesgo/beneficio de la utilización de sustitutos de nicotina en mayores que hayan sufrido recientemente algún infarto de miocardio, angina de pecho, arritmias cardiacas graves o accidentes cardiovasculares porque “en cualquier intervención clínica siempre debe pesar el beneficio clínico y el impacto sobre la calidad de vida”, señala el doctor David Curto.
Las consecuencias del tabaco en la salud bucodental
Fumar no es negativo solo para las personas mayores, tiene consecuencias en todas las edades y en muy diversos ámbitos de la salud como en la salud bucodental.
Desde Sanitas Dental recuerdan que las consecuencias del tabaco pasan por los aspectos estéticos, ya que esa costumbre amarillea los dientes por efecto de la nicotina, y también tiene consecuencias negativas en la salud. Por ejemplo, la curación tras una intervención dental como la extracción de una pieza o tras realizar algún tipo de cirugía oral es mucho más lenta en las personas que fuman, y es mucho más probable que sufran patologías bucales como gingivitis o sangrado de encías e incluso son más propensos a la aparición de caries.
“La consecuencia más grave del tabaco en nuestra boca es sin duda el cáncer oral, en el que la tasa de mortalidad a los 5 años del diagnóstico es muy elevada, del 50% (aunque desciende cuando se realiza un diagnóstico precoz). Además, entre el 75 y el 90% de los casos de cáncer oral están vinculados a personas fumadoras y que consumen alcohol con frecuencia”, afirman los expertos de Sanitas Dental.