La jubilación tal como la conocemos hoy, es cosa del pasado. El crecimiento de la esperanza de vida en Europa, además de poner en peligro la sostenibilidad de las pensiones públicas tal y como las conocemos hoy, obligarán a cambiar la manera en que desarrollamos nuestras carreras profesionales.
El último estudio realizado por The Economist Intellegence Unit y Towers Watson a 480 altos ejecutivos de empresas en toda Europa denominado “Is 75 the new 65? Rising to the challenge of an ageing workforce”, nos presenta un panorama laboral europeo envejecido. El 71% de los encuestados piensan que la proporción de empleados mayores de 60 años se incrementará en 2020, incluyendo el 22% que esperan que lo haga de manera significativa
La tasa de natalidad ha disminuido desde la década de los 60 y al mismo tiempo la esperanza de vida ha aumentado ocho años; esta combinación hace que la población activa europea esté envejeciendo.
Hoy en día, en Europa viven 1,6 personas por cada una en edad de trabajar, y para 2060 se estima que serán 2. El cambio en la proporción de personas dependientes mayores de 65 años frente a las empleadas es aún más notable. Así, en la Unión Europea esta proporción aumentó del 21% en 1992, al 27% en 2012, y se duplicará hasta el 52% en 2060, a menos que se incremente aún más la edad de jubilación.
Esta tendencia tendrá profundas implicaciones para los gobiernos, los ciudadanos y las empresas de toda Europa, que se sumarán además, a la fragilidad económica que están experimentando los países europeos. Por tanto, la manera en la que conocemos la jubilación a día de hoy, podría convertirse en una cosa del pasado.
Las pensiones públicas y la cobertura sanitaria que ofrece hoy el Estado se verán sometidas a una gran presión. Este estudio desvela que la mayoría de las empresas son conscientes que tienen que cambiar su actitud respecto a los empleados de más edad. Un 43% de los encuestados asume que tendrán mayores costes al modificar sus prácticas laborales para abarcar a empleados de varias generaciones diferentes.
Pero aunque el tema del envejecimiento es la premisa para empezar a adaptarse a la nueva situación laboral, el estudio refleja que todos los empleados se beneficiarán de los cambios que las empresas están acometiendo; ya que más de la mitad de los encuestados (56%) ofrecerá horarios más flexibles o la posibilidad del teletrabajo.
En España, el 84% de los directivos encuestados piensan que la mayor preocupación de sus empleados en la actualidad es la seguridad en su puesto de trabajo, en 2020 –anticipando una mejora en el entorno económico y en el mercado laboral– esto cambiará radicalmente, pasando a ser prioritario el ahorro para su jubilación, la conciliación entre vida personal y profesional (prioridad común con nuestros vecinos europeos) y la flexibilidad en el trabajo.
Un 64% asume que se incrementará la demanda de beneficios sociales por parte de los empleados, principalmente pensiones y seguros médicos, y un 47% cree que tendrán que afrontar mayores costes en dichos beneficios sociales.
Un 55% de los encuestados españoles consideran que es el Estado el que debería, en mayor medida, financiar nuestra jubilación, mientras que ese porcentaje cae a un 24% cuando hablamos del resto de Europa. Al mismo tiempo, un 32% de los encuestados señala el déficit público en España como el principal reto que tiene que afrontar el país, seguido de los cambios demográficos (27%).
Gregorio Gil de Rozas, Head of Retirement Solutions de Towers Watson España, señala que “es sintomático que en España se considere al Estado como principal fuente de recursos para financiar la jubilación y que a la vez identifiquemos que nuestro Estado no tendrá recursos suficientes para afrontarla. Las empresas para con sus empleados y los ciudadanos de manera individual tendrán que acostumbrarse a ahorrar más para la jubilación. Es el momento de incentivar definitivamente el ahorro a largo plazo y en previsión social en este país”.