La renovación del acuerdo de tránsito de cereales en el Mar Negro entre Ucrania y Rusia proporciona un alivio temporal al mercado. No obstante, sólo soluciona parte de los problemas del sector agroalimentario derivados de la guerra.
La alianza ha contribuido a aliviar la presión sobre el suministro, pero sus efectos son limitados y persisten zonas grises respecto a la seguridad alimentaria. Coface prevé que persistirán las graves tensiones de suministro que surgieron al inicio de la guerra.
Consecuencias de la guerra en Ucrania
La guerra de Ucrania ha afectado de forma negativa y persistente los flujos marítimos esenciales para el tránsito de trigo en el mar Negro. Los que atraviesan el estrecho del Bósforo son aproximadamente un 50% inferiores a los previos a la guerra. Mientras, el 25% de las exportaciones mundiales de trigo corresponden a Rusia y Ucrania. La disminución de existencias de cereales tiene un impacto considerable en algunos países muy dependientes de dichas importaciones: África Occidental, Asia Central y el Sudeste Asiático.
Los recursos agrícolas constituyen una palanca de presión de Rusia sobre los países occidentales, a través de la empatía de la opinión pública, sensible al riesgo creciente para la seguridad alimentaria de los países en desarrollo.
La destrucción de tierras cultivables, infraestructuras y equipos en Ucrania
Según la Asociación Ucraniana de Cereales (UGA), las superficies de cultivo se han reducido un 25% en 2022. Las previsiones para 2023 son aún más pesimistas. La contaminación de la tierra debido a los bombardeos amenaza las cosechas futuras. Muchas plantas químicas o instalaciones de almacenamiento, esenciales para la producción agrícola, han sido destruidas. El Programa de la ONU para el Medio Ambiente calcula que desde el comienzo de la guerra se han destruido 618 instalaciones industriales o infraestructuras críticas en Ucrania.
Prórroga de dos meses
Habiéndose prorrogado el acuerdo de tránsito de cereales en el Mar Negro únicamente dos meses, el riesgo de interrupciones de suministro para ciertos países sigue latente. Aunque la demanda probablemente estará sometida a una fuerte inercia, se prevé que la producción mundial de cereales disminuya un 2%. Las continuas dificultades de abastecimiento y los elevados precios de mercado también podrían reforzar actitudes proteccionistas. Algunos países podrían verse tentados a reintroducir medidas proteccionistas similares a las de 2022 (Egipto, India) para hacer frente a las presiones inflacionistas y la escasez.
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