Seguir una alimentación perfecta puede parecer un objetivo saludable, pero en realidad puede tener consecuencias negativas para la salud física y mental.

El estrés, la ansiedad, el aislamiento social y el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son algunos de los efectos que puede provocar esta obsesión.

Una dieta equilibrada y variada aporta al cuerpo los nutrientes que necesita

Eliminar grupos enteros de alimentos puede causar deficiencias nutricionales y problemas de salud a largo plazo. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) alertó en 2016 de los riesgos de las “dietas detox”, que tienen un alto contenido en oxalatos. Estas sustancias pueden reducir la cantidad de calcio, hierro o potasio disponible para el organismo y favorecer el desarrollo de patologías más graves.

Los movimientos “fitness” y “healthy” han contribuido a agravar un problema de salud mental muy serio: los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Estos trastornos afectan al 4,1% – 6,4% de los jóvenes de 12 a 21 años en España, según la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

María Sánchez, e-Health Manager de Cigna Healthcare, explica que: “El verano no es un factor desencadenante, pero sí una época en la que nuestro cuerpo está más expuesto y salimos y nos relacionamos más. La presión social, la autoexigencia y una baja autoestima pueden provocar conductas alimentarias poco sanas, como restringir calorías o rechazar ciertos alimentos. Antes se asociaba el TCA a mujeres jóvenes, pero ahora afecta a todo el grupo poblacional, sin importar el sexo o la edad. Estos trastornos son difíciles de tratar y por eso es vital recibir una educación nutricional desde distintos ámbitos”.

Existen muchos tipos de TCA, pero se pueden distinguir dos grupos principales

• Los que tienen identidad diagnóstica propia: anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y trastorno por atracón.
• Los Trastornos de la Conducta Alimentaria No Especificados (TCANE). Son la ortorexia (obsesión por una alimentación estricta y “perfecta”), la vigorexia (obsesión por un cuerpo musculoso sin grasa) o la potomanía (deseo compulsivo de beber grandes cantidades de líquido).

Los expertos de Cigna Healthcare ofrecen algunos consejos para disfrutar de una alimentación variada, saludable y refrescante sin comprometer la salud mental:

• Una vida sin dieta. El deseo de lograr un cuerpo “ideal” puede generar una mayor obsesión por perder peso y buscar métodos poco saludables. La “operación bikini” empeora los TCA. Empezar una dieta puede ser un factor desencadenante. Es mejor mejorar la relación con la comida y aprender a comer bien según las necesidades de cada uno.
• Una rutina flexible. En vacaciones, es habitual comer fuera, reunirse con amigos y hacer comidas al aire libre. Esto puede generar ansiedad y conductas restrictivas o compulsivas con la comida. En los pacientes con TCA, es importante mantener las rutinas del año y ser constantes en el autocuidado. También se pueden adaptar las circunstancias, como hacer una barbacoa saludable con verduras y fruta.
• El take away para la playa. Con el calor, apetecen platos frescos y ligeros. Una opción sana es llevar ensaladas de pasta, arroz o legumbres con verduras en lugar de bocadillos o precocinados. En las personas con TCA, es aconsejable no cambiar las comidas habituales y pautadas por los especialistas. También se puede reducir la exposición corporal y comer en un lugar más cómodo.
• El foco en la mente y no en el cuerpo. Las comidas copiosas, grasas y proteicas hacen las digestiones más largas y pesadas. Hay que tener cuidado con los alimentos muy fríos, ya que pueden interferir en la digestión y provocar malestar. La Academia de Nutrición y Dietética señala que comer frío no refresca el organismo, aunque sí ayuda mentalmente.

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