Los cuatro primeros meses del año dejan una perspectiva muy desigual para el campo español: mientras la abundancia de precipitaciones ofrece una buena perspectiva de cosecha para algunos cultivos, el paso encadenado de graves fenómenos meteorológicos eleva las indemnizaciones por la siniestralidad hasta los 255 millones de euros, un 37% más que el pasado año, cuando abril se cerró con una estimación de 186 millones de euros. Según los datos de Agroseguro.
Por orden cronológico, tras los temporales de viento de los primeros días del año, las nevadas y heladas de la borrasca Filomena, con temperaturas de -20 ºC en zonas del interior y -6 ºC en puntos del litoral mediterráneo; incidieron con especial virulencia en Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Madrid, Región de Murcia. Y, en menor medida, en Aragón, Canarias y Navarra.
Resultaron dañados cultivos que se encontraban en desarrollo y maduración, como las hortalizas al aire libre de producción invernal y aquellas que se cultivan bajo cubierta, variedades tardías de cítricos, olivar (en este caso por rotura de ramas y daños por helada en madera o en yemas de invierno, cuyos efectos definitivos dependerán de su evolución en los próximos meses), así como en explotaciones ganaderas, por rotura de cubiertas en sus instalaciones y pérdida de animales.
Más siniestralidad
El mes de febrero trajo fuertes vientos por la Comunidad Valenciana y la Región de Murcia. Y a continuación, la entrada de una masa de aire frío por el nordeste peninsular el día 19 de marzo provocó un importante desplome de las temperaturas nocturnas en Andalucía, Aragón, Cataluña, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Extremadura, La Rioja y Región de Murcia. Esto provocó daños severos en fruta de hueso y en variedades adelantadas de fruta de pepita, que se encontraban en pleno período de floración y cuajado en la mayoría de las zonas de producción. El almendro también sufrió las consecuencias de las heladas. Al estar sus frutos en las primeras etapas de desarrollo; así como la alcachofa, el espárrago, el guisante o la patata.
El comportamiento inestable de marzo y abril ha dejado tormentas de pedrisco que han afectado a producciones de frutales de hueso en el sureste de la península, arco mediterráneo y centro peninsular (donde se da la circunstancia de que, durante el mes de febrero, las temperaturas diurnas fueron superiores a la media histórica, lo cual ha provocado la irregularidad de la floración y cuajado de este tipo de cultivos). Estos episodios también han causado daños en almendros, ya mermados por las heladas del primer trimestre. Además, abril ha estado, de nuevo, marcado por la ocurrencia, a mediados del mes, de heladas en la mitad norte y centro de la península, con daños en viñedos de casi todas las zonas de producción.
Temporada de pedriscos y su efecto en la siniestralidad
A este inicio tan complicado de año se une la incertidumbre que provoca la llegada de la primavera y el verano. Cuando las tormentas de pedrisco se vuelven más frecuentes e intensas. En 2020, el pedrisco generó 227 millones de euros en indemnizaciones para los agricultores asegurados. En concreto, la siniestralidad de las producciones de fruta dulce agrupadas bajo la línea de seguro de frutales registró 89,9 millones en indemnizaciones. La uva de vino y los cultivos herbáceos acumularon daños por valor de 33,5 y 28,8 millones, respectivamente.
Además, los cítricos y el conjunto de las hortalizas se situaron entorno a los 20 millones cada uno, aproximadamente. Es importante destacar que en el periodo comprendido entre el 7 de abril y el 30 de agosto se recibieron a diario siniestros producidos por pedrisco.
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