Gracias, Bob
En recuerdo al fallecimiento de Robert Benmosche, expresidente de AIG
El pasado viernes 27 falleció el que fue nuestro presidente y consejero delegado, entre 2009 y 2014, Robert (Bob) Benmosche.
Bob sabía que era un enfermo terminal desde 2010. A pesar de eso, no dudo en hacer frente al reto que significaba reflotar al AIG rescatado por la Reserva Federal en 2008. Lo hizo, según nos contó, por el firme convencimiento de que las personas que formábamos AIG y el propio negocio de la aseguradora tenían futuro si todos poníamos empeño en que así fuera.
Así nos lo repitió una y otra vez hasta que nos lo creímos los que trabajamos con él y fuimos capaces de superar la crisis en menos de 4 años, devolver al gobierno norteamericano el dinero prestado con sus correspondientes intereses y conseguir volver a los beneficios en los dos últimos ejercicios.
Recuerdo con pena, pero con orgullo, como Bob en una de sus visitas a Madrid, nos reunió a todos los trabajadores de las oficinas de Iberia, nos contó que sabía que su fin estaba próximo, pero que había comprado tiempo para acometer con todos nosotros el reto de sacar adelante un proyecto centenario como AIG, por el que tantas personas y empresas habían apostado y estaban dispuestas a seguir apostando.
Durante los cinco años que llevó el timón del grupo, a pesar de su quebrantada salud, no dudó un momento en que saldríamos adelante y así lo demostró en su excelente gestión y nos lo repitió en sus constantes viajes por todas las oficinas de AIG dando un ejemplo que nunca olvidaremos.
Bob amaba a España y Portugal y se sentía muy vinculado al Mediterráneo. Estaba muy orgulloso de mantener una casa y un viñedo en Croacia.
Nunca le vi lamentarse por su salud, ni dudar de que saldríamos adelante.
Su ilusión, su tesón y su optimismo fueron sin duda una de las claves de nuestra recuperación y vuelta a la rentabilidad.
Presidente Bob, querido jefe y amigo, gracias por habernos ayudado, por tu liderazgo y calidez humana, por tu ejemplar actitud personal y profesional. Nos dejas en Iberia un recuerdo imborrable y un ejemplo que siempre nos servirá de estímulo. De ti aprendimos que no hay que rendirse nunca ni retroceder jamás, si contamos con el equipo adecuado y creemos en el proyecto en el que estamos involucrados.
Gracias, Bob.