El seguro español tiene una capacidad de crecimiento de 17.000 millones de euros adicionales al año



De acuerdo con los cálculos que realiza la consultora Neovantas

Neovantas logoEl sector asegurador español se enfrenta a importantes retos debido a la implantación de Solvencia II, unido a la presión que los bajos tipos de interés actuales ejercen en el diseño de productos competitivos en el ramo de vida. En este entorno, y teniendo en cuenta los coletazos de la crisis económica, no es de extrañar que el sector haya caído por volumen de primas un 4,95% de 2011 a cierre de 2014, según datos de la Fundación Mapfre.

José Luis Cortina, presidente de Neovantas, señala que «pese a la situación actual, el mercado de seguros español ofrece una importante oportunidad. Tanto es así que el volumen de primas en este mercado se situó en 55.486 millones de euros en 2014, suponiendo un 5,2% del PIB y una tasa de venta de 1.584 euros por habitante. Estas cifras contrastan con las de los países de la Unión Europea que se sitúan en un volumen de primas del 7,5% del PIB y un gasto en seguros de 2.964 euros por habitante».

De cerrarse paulatinamente estos «gaps», con el apoyo adicional de la recuperación económica, y alcanzarse a países comparables con España, el sector tendría una oportunidad de 17.000 millones de euros anuales agregando los ramos de Vida y No Vida. Para ello, las aseguradoras deberán tener en cuenta unos aspectos clave en la gestión de su negocio, para transformar esta oportunidad en una realidad tangible.

La primera, concienciación. Educar y asesorar al cliente financieramente levantará su necesidad de protección y su posterior “compra de tranquilidad”, dado que el nivel de concienciación es muy bajo, particularmente en el mercado español. Tanto es así que, según un estudio realizado por el Instituto para la Protección Familiar, 1 de cada 4 hogares asegura no dedicar nada de tiempo a planificar su futuro económico y el 49,1% de las familias españolas no toma medidas de protección económica familiar.

En segundo lugar, enfoque cliente. El sector ya no puede confiar en palancas de corto plazo en su labor de captación y fidelización. En su lugar, las entidades deben ubicar al cliente en el centro de su modelo de negocio, adaptándose a sus preferencias y necesidades con el objetivo de mantener su ventaja competitiva en el mercado. Este enfoque cliente parte de una concienciación sólida, pasa por el conocimiento profundo de las necesidades del cliente para el diseño de productos y atención personalizados, y termina con la excelencia en la experiencia de cliente.

Como tercera clave está la omnicanalidad. La estrategia de distribución tiene dos dimensiones principales a las que las entidades del seguro han de prestar total atención: física y virtual. En el primer eje, la talla de la presencia física es trascendente dado que es el canal con mayor grado de interacción con el cliente y el que presenta un mayor potencial de refuerzo de la relación a largo plazo, tan importante en este sector. En el segundo eje, una sólida posición digital es clave en la distribución. En este sentido, la optimización del diseño de canal online (web, etc.) para alcanzar la máxima conversión de usuarios en clientes es de vital importancia.

El cuarto aspecto importante es el discurso comercial, para lo que es vital el dominio de técnicas de venta efectivas en todas las fases del proceso comercial. Concretamente, la preparación de una oferta personalizada al cliente, en la que los gestores habrán de preparar una oferta que se adapte a las necesidades específicas del cliente, así como conocer los momentos óptimos para iniciar una conversación sobre protección y/o previsión y cómo abordarla será clave para maximizar el éxito de las ventas.

Y por último, un punto fundamental que es la experiencia de cliente. Una experiencia negativa en el servicio es el primer motivo de abandono de una compañía de seguros. De esta forma, la calidad en el servicio al cliente marcará la diferencia entre el que está fidelizado o aquel que tendrá más predisposición a abandonar una entidad.

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