Aunque nace en Norteamérica en los años 70, el teletrabajo gana adeptos día a día en todo tipo de empresa y sector. Fue precisamente en una aseguradora donde Jack Nilles (considerado el “padre” del teletrabajo) implementó en 1973 aquel entonces revolucionario modelo laboral. Lo tenía muy claro el científico de la NASA: ante la escasez de combustible y los precios exorbitados, reducir al máximo el traslado de los trabajadores a sus oficinas mermaba considerablemente el gasto en transporte, la polución y los desplazamientos innecesarios. “La posibilidad de enviar el trabajo al trabajador, en lugar de enviar el trabajador al trabajo” se convirtió en la mejor opción para evitar perder el tiempo, optimizar recursos y conciliar la vida personal y laboral.
En pleno siglo XXI, el avance vertiginoso de la tecnología ha facilitado la integración del teletrabajo en las empresas y en la sociedad. No es el caso de España, donde el sistema no acaba de despegar a pesar de que el 51% de los trabajadores lo demanda, según los últimos datos de Randstad.
Sin embargo, en este panorama todavía hostil hacia la autonomía horaria, los sectores bancario y asegurador se muestran mucho más predispuestos a adoptar el teletrabajo como alternativa al rigor de los modelos tradicionales. Aparte del costumbrismo directivo patrio, tan amigo de la presencialidad —ese concepto tan arcaico de “calentar la silla”— al margen de la productividad, diversas realidades influyen en la mayor aceptación y adopción del teletrabajo en el sector asegurador.
En primer lugar, el elenco de puestos compatibles con esta modalidad: comerciales, informáticos, administrativos, actuarios, abogados, peritos… También el concepto de flexibilidad laboral y conciliación se dibujan mucho más arraigados en este sector.
Aseguradoras como Reale, Mutua Madrileña, Cigna, Axa, DKV… apuestan día a día por garantizar un ambiente laboral igualitario, equilibrado y armonioso. El 77% de las empresas que forman parte del sector asegurador elaboraron en 2015 un Plan de Igualdad, donde la conciliación de la vida laboral y familiar fue el elemento fundamental.
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Captar y fidelizar el talento millennial y centennial pasa por implantar políticas profesionales elásticas. Las aseguradoras lo tienen meridiano. Saben de sobra que sus futuros empleados valoran mucho más la libertad y los beneficios sociales que un jugoso salario, que obviamente tampoco rechazan. Según el informe Millennials in Tech, el 71% de los profesionales millennials considera que el beneficio más importante que puede ofrecer una empresa son los horarios flexibles. El 65% de ellos estaría dispuesto a cobrar 3.000 euros menos anuales (250 euros mensuales) a cambio de conciliación.
Finalmente, el porcentaje femenino en puestos directivos del sector —considerablemente superior a la media nacional, según los datos recabados por Estamos Seguros— propicia sin lugar a dudas la actividad laboral a distancia, mucho más convencidas (por experiencia personal) de que la profesionalidad y la productividad pueden desligarse perfectamente de la austeridad horaria. Es más, la flexibilidad, la conciliación y el tiempo para disfrutar del ocio y las aficiones personales favorecen e incrementan la responsabilidad, la dedicación y la fidelización a la empresa.
Ana M. Serrano