Las vacunas COVID-19 ni modifican nuestro ADN ni se fabrican con fetos

El COVID-19 deja una factura media de 1.712,50 euros en los hogares españoles.

DKV Salud y Maldita.es desmontan bulos y desinformaciones sobre estas vacunas

Con “Menos bulos, más rigor científico” DKV Salud busca combatir informaciones falsas y abogar por la información veraz y contrastada. Y eso es precisamente lo que se hace en este artículo. Desde el inicio de la pandemia circulan desinformaciones sobre las vacunas contra la COVID-19 mediante vídeos viralizados y publicaciones que afirman que estas vacunas alterarán nuestro ADN, que están fabricadas a base de células de fetos abortados o que Bill Gates ha financiado vacunas que portan microchips para “controlar la población mundial”. Lo realmente cierto, es que ninguna de estas afirmaciones es cierta.

Las vacunas no alteran nuestro ADN

Las vacunas de Moderna y de Pfizer frente a la COVID-19 son de ARN mensajero y no alteran nuestro ADN. Este tipo de vacunas introducen una secuencia de ARN con las instrucciones para producir el antígeno (sustancia que provoca que el sistema inmunitario produzca anticuerpos contra sí mismo) en nuestras células. De esta forma se entrena al sistema inmune para que reconozca los patógenos que causan enfermedades y así pueda defenderse de ellas.

Lluís Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología y presidente del Comité de Ética del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), descarta que estas moléculas vayan “a insertarse en nuestro ADN, que sería la única manera de que nuestras células acabaran modificadas genéticamente. Es decir, que se convirtieran en transgénicas”. “El ARN se administra, se usa y desaparece, se destruye y degrada por la propia célula. Y ahí acaba su viaje“,

Células “extrañas” en las vacunas

Respecto al bulo de que las vacunas contienen células de animales y de “niños abortados”, lo que realmente se hace para generar la versión debilitada de los virus utilizados en las vacunas es cultivarlos. Eso no puede hacerse en cualquier superficie, ya que estos necesitan células a las que infectar para sobrevivir.

Teniendo en cuenta que utilizar animales vivos en investigación científica tiene algunos inconvenientes, la opción más eficiente para la producción de las vacunas es el uso de cultivos celulares, es decir, células (de procedencia animal o humana) que se cultivan en un medio artificial de forma controlada.

Por lo tanto, las células que se han empleado para el desarrollo de vacunas y las que se estén empleando para la investigación de la posible vacuna para la COVID-19 nunca han formado parte de los tejidos del feto original.

Más bulos sobre las vacunas

Estos dos bulos no son los únicos, también se han sacado de contexto algunas respuestas de Bill Gates. Y se ha creado la falsa información de que haya financiado remedios que portasen microchips o nanobots para “controlar la población mundial”.

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