Peligros y oportunidades del Metaverso

El Metaverso será clave para que las marcas lleguen al público más joven.

Mark Zuckerberg sin duda pasará a la historia como uno de los hombres clave a la hora de explicar la deriva de la humanidad en los últimos veinte años. ¿Su mérito? Crear la red social Facebook y, con ella, una forma de relacionarnos. Después de casi dos décadas, el joven visionario anunció hace unas semanas que está preparando un innovador proyecto bautizado con el prometedor nombre de Metaverso.

La nueva «criatura» de Zuckerberg, tal y como él mismo explicó durante su presentación, es un espacio de interacción de máquinas, avatares idealizados y un nuevo mundo virtual donde arte, arquitectura, belleza y ficción se encuentran para socializar, comprar o hacer negocios. Y todo ello, «por obra y gracia» de la realidad virtual y la realidad aumentada.

«Zuckerberg llevaba meses hablando del metaverso, y Facebook lleva años invirtiendo cantidades astronómicas en desarrollar o comprar dispositivos y funcionalidades de realidad virtual«, asegura Ferran Lalueza, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigador del grupo GAME (Aprendizajes, Medios de Comunicación y Entretenimiento), quien asegura que, según el responsable de Meta, este proyecto tardará todavía una década en materializarse.

Mucho camino por recorrer en el Metaverso

De hecho, expertos como César Córcoles, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC, sostienen que todavía queda mucho camino por recorrer en cuanto a lo tecnológico. «Por un lado, las pantallas deben crecer en resolución y frecuencia de refresco. Por otro, los cascos deberían volverse más cómodos o, como mínimo, más ligeros, si queremos pasarnos con ellos varias horas al día», señala el profesor. Y añade: «También tenemos que encontrar dispositivos que nos permitan interactuar mejor con los mundos de realidad virtual: los mandos de los que disponemos ahora, así como el reconocimiento de gestos, son más que suficientes para muchos usos, pero se quedan cortos si queremos que la tecnología se despliegue entre el gran público».

Vivimos los últimos coletazos de Facebook

Después de 17 años de followers y likes, los expertos aseguran que Facebook está «de capa caída». Los últimos estudios revelan un estancamiento, e incluso una tendencia a la baja en el número de sus miembros. Así lo corroboran los datos del informe de The Social Media Family, publicado en epdata.es, donde consta que el número de usuarios de Facebook se ha estancado, oscilando actualmente entre los 20 y los 22 millones en los últimos seis años.

Por otro lado, el perfil del usuario de esta red, según el Instituto Nacional de Estadística, es el de una mujer con una edad comprendida entre los 16 y los 74 años. Este colectivo representa el 70,9 % del total, mientras que los hombres de la misma franja de edad suponen el 66,8 %. Estas cifras sustentan la teoría de que «como red social, Facebook ya es irrelevante para las nuevas generaciones«, opina Lalueza.

Ahora bien, ¿eso significa que los miembros de esas «nuevas generaciones» serán los únicos que pasarán a ser usuarios del metaverso? ¿Se quedarán fuera los colectivos de más edad? Según Pierre Bourdin, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC, «a algunas personas les costará más que a otras y seguramente sí se quedarán fuera. Pero, globalmente, pienso que será accesible a consumidores de todas las edades. Es posible hacer la comparación con la aparición de los teléfonos móviles. Al principio, era algo poco común, para aficionados a las tecnologías. Sin embargo, hoy en día hay pocas personas que no tengan móvil».

Un lavado de cara en el momento oportuno

El anuncio del metaverso se hizo con el fin de correr una densa «cortina de humo». «Es evidente que la idea era desviar la atención respecto a las gravísimas acusaciones vertidas por la exempleada Frances Haugen y al impacto que tuvo poco antes el ‘megapagón’ de todas las plataformas del grupo», afirma Lalueza.

La mala reputación que se ha ganado la red social ya ha empezado a salpicar al resto de plataformas del grupo como WhatsApp o Instagram, las cuales «fueron incorporadas al conglomerado a golpe de talonario», nos recuerda Lalueza, quien cree que «jugárselo todo a una carta tan incierta como el metaverso puede parecer arriesgado, pero probablemente la alternativa no es otra que languidecer hasta hundirse por completo en un mar de escándalos ante competidores que, como TikTok, ya enseñan los dientes y se consolidan como claros aspirantes al podio de las redes sociales».

¿Revolución o evolución natural?

Se cree que la nueva plataforma no estará en funcionamiento hasta dentro de una década. ¿Este periodo es tiempo suficiente para que podamos vivir su implantación como una evolución natural de Facebook? Eso es lo que parece. Al menos es lo que opina Pierre Bourdin, quien no cree que se produzca una ruptura, sino más bien una evolución. «Me parece que habrá una convergencia entre las tecnologías de las redes de comunicación, las tecnologías móviles y la realidad virtual y aumentada o mixta. Es decir, creo que pronto tendremos un dispositivo móvil conectado a nuestras gafas y quizás una pulsera u otro dispositivo de este tipo que permitirá un acceso a este metaverso», reflexiona el experto.

Ahora bien, ¿qué tecnología hará posible el «milagro»? Los expertos vaticinan que la tecnología habilitadora de este mundo virtual no será 5G, sino que se implementará la futura 6G. Esta nos permitirá ponernos unas gafas de realidad aumentada y ver información sobreimpresa en nuestro campo visual, o unas gafas de realidad virtual que nos den acceso a una infinidad de experiencias insospechadas. «La 6G probablemente se abrirá camino en sectores como los videojuegos, el cine, la televisión, la moda, la música, la publicidad y, por qué no, las agencias de viajes, que podrán proponer vacaciones en el metaverso», pronostica Bourdin.

Apoyando esta idea, el profesor Córcoles apunta que «los anchos de banda y la latencia de la tecnología 6G podrían justificar su uso en la realidad aumentada en movilidad que incluye el escenario descrito para el metaverso».

Tecnología

Ahondando en el aspecto tecnológico del proyecto, Córcoles asegura que el punto de mayor dificultad en el ámbito de la realidad virtual es la interacción. Y es que, «ahora mismo no existe una solución definitiva para ese problema, y no creo que se pueda llegar al gran público sin solventarlo».

De hecho, el experto no está totalmente convencido de que el metaverso de Zuckerberg se llegue a materializar, ya que no sería la primera vez que se anuncia que en cinco o diez años la realidad virtual y aumentada van a conquistar nuestro día a día. «Esta vez podría ser la buena, pero quedan cuestiones importantes que resolver», concluye.

El metaverso será un mundo más sostenible

Suponiendo que asistamos a su implantación, son muchos los expertos que creen que quien no se «suba al carro» se quedará desfasado. Entre ellos está el profesor Lalueza, quien señala que los desarrolladores de este nuevo espacio nos lo venderán como un espectacular salto cualitativo de internet. De este modo, la sensación que pretenden crear en la sociedad es que, si no formas parte del metaverso, te quedarás atrás y te perderás las nuevas oportunidades que ofrece el nuevo mundo «zuckerbergiano».

Ahora bien, ¿a qué oportunidades se refiere el experto? El docente considera que «en cierto modo, el metaverso puede contribuir a la sostenibilidad del planeta evitando desplazamientos y determinados dispendios. Además, continúa, puede proporcionar experiencias muy realistas a personas que, de otro modo, difícilmente tendrían la oportunidad de vivirlas, lo cual, hasta cierto punto, conlleva un efecto democratizador».

Un universo irreal con peligros reales

En el otro lado de la balanza encontraríamos los contras, esto es, los riesgos que Lalueza considera que contendría este futuro mundo virtual. El experto señala tres: «El primero, que acabemos dedicando más tiempo y energía al simulacro que supone el metaverso. Esta hipótesis puede parecer inconcebible, pero, de hecho, las redes sociales actuales ya generan en muchas personas la necesidad de hacer cosas con la única y exclusiva finalidad de exhibirlas después en esas plataformas.

El segundo peligro es que con las acciones que desarrollemos en el metaverso revelaremos mucha más información sobre nosotros mismos —y de un modo mucho más inconsciente— que con los contenidos que compartimos en las redes de hoy, que muchas veces ya resulta imprudentemente excesiva. Y el tercero es que ciertas lacras como el acoso, el discurso de odio y similares pueden verse dañinamente potenciadas por la naturaleza inmersiva y altamente realista del entorno».

En esta misma línea, Pierre Bourdin advierte que «aunque este mundo sea virtual, las experiencias que las personas vivirán allí serán reales. Quiero decir que, un problema en el mundo virtual, como una frustración o una exclusión, puede generar traumas reales». Y pone como ejemplo el acoso en la red, el cual puede llegar a ser la causa del suicidio de algunos jóvenes.

Efectos colaterales que nos traerá el metaverso

A pesar de que el metaverso todavía no es más que una entelequia, vale la pena plantearse algunas cuestiones vinculadas con ciertos ámbitos relacionados con este cosmos virtual. Son preguntas que, hoy por hoy, no tienen respuesta, pero que el profesor Bourdin lanza al aire con el ánimo de ir profundizando en el asunto. Estas son algunas de ellas:

  • ¿Cuál será la ética de este mundo?
  • ¿Cómo se regulará esta «cibervida»?
  • ¿Quién tendrá el control?
  • ¿Quién decidirá las normas?
  • ¿Cuál será el papel de los gobiernos?

Veremos si el tiempo, poco a poco, va desvelando las respuestas a estas y otras cuestiones que despierta el anuncio del metaverso. A día de hoy, lo único que sabemos a ciencia cierta es que «los apasionados de las tecnologías digitales tenemos unos años por delante en los que vamos a estar muy entretenidos presenciando la carrera que va a tener lugar», augura el profesor César Córcoles.

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