Todos conocemos a alguien que haya viajado alguna vez a enclaves, históricos o actuales, marcados por la tragedia. Belchite, localidad marcada por la Guerra Civil Española, el Museo de la Tortura en Santillana del Mar, las catacumbas de París, o los campos de concentración de la Alemania nazi. Se trata del turismo oscuro -o tanatoturismo- que atrae cada vez a más turistas y viajeros dispuestos a adentrarse en el lado más oscuro de la historia de la humanidad. Sigue leyendo