Uno de los errores más comunes es pensar que la exposición al sol sin protección es la práctica que más daña la piel. Sin embargo, nada más lejos de la realidad: ciertos hábitos rutinarios pueden llegar a suponer un factor de riesgo para una piel sana. Así, las bacterias que almacena la pantalla de nuestro teléfono, la luz azul que emiten los dispositivos móviles, la sequedad ambiental de las cabinas de los aviones o los altos niveles de polución urbana son algunos de los factores que pueden llegar a comprometer la salud dermatológica. Sigue leyendo